ENTREVISTA
La directora francesa Claire Denis vino a la Argentina para presentar en el Festival de Cine de Mar del Plata una retrospectiva de películas centrales en su filmografía. Bella tarea, Trouble Every Day y 35 Rhums son algunas de las que despuntan un sello personal, donde el contexto social está marcado por las resistencias cotidianas en espacios adversos. Y Denis lo confirma: “Hoy no se puede hacer cine si no hay algún rastro de la sociedad en la que vivimos”.
› Por Silvina Herrera
Los cuerpos se devoran de a poco, van oliendo la piel del otro hasta entrar en éxtasis, observan el deseo y no paran hasta arrebatarlo. No hay posibilidad de huida ni palabras que puedan detener el hambre carnal, todo es intriga arrebatada por el paroxismo. Los silencios juegan con la sangre, la belleza enmudece ante la crueldad en Trouble Every Day, una de las películas de Claire Denis que expresan el placer extremo con sutileza y poesía. El personaje de Vincent Gallo mira el cuello de la mucama de un hotel en París, en el que está con su mujer. Ese deseo cubre toda la escena hasta encontrarla sola y devastarla a mordiscos. Los límites están quebrados, los personajes desafían las convenciones sociales y resisten a través del goce. La directora francesa crea un mundo de subjetividades en disputa con el orden establecido. En 35 Rhums, el conflicto es más moderado, pero igual de abismal. La película narra la melancólica relación de un padre y su hija, de origen africano. El está por retirarse de su empleo como conductor de trenes, ella trabaja en una disquería, ambos comparten sus soledades en un departamento modesto y tejen relaciones con sus vecinos. Una de las escenas los muestra bailando en un bar, como si ese acercamiento corporal pudiera detener por unos minutos el desamparo, una ilusión que inmoviliza la sensación de extravío hasta que todo empieza otra vez.
Claire Denis está sentada en un salón con espejos y vista al mar en el Hotel Hermitage. Con una figura imponente y segura, recibe a los periodistas con dos besos y habla apasionada de su cine, como si explicar fuera inevitable pero no imprescindible, como si su mirada intensa pudiera acercar la distancia entre lenguajes y modos de vida. La directora francesa llegó a la Argentina invitada a la edición número 29 del Festival de Cine de Mar del Plata. Sus películas, que pudieron verse en varias ediciones de este evento y también del Bafici, fueron exhibidas en una retrospectiva que recorre los puntos más altos de una de las cineastas más personales e influyentes de los últimos años. Cada una expresa las características más extremas del ser humano, a través de historias simples enmarcadas en un contexto social adverso. Escenas que todo el tiempo están a punto de explotar, que expresan una sensibilidad inhibida: la exigencia de una profundidad envuelta en una belleza que nunca es desmedida.
En la filmografía de CD hay una continuidad, puntos en contacto que revelan su modo de ser, de pensar, sus intereses más ocultos y sus gustos más íntimos. Se puede relacionar sus películas y encontrar un estilo, algo que las pone en contacto y las hace hablar entre sí. A partir del contenido, que siempre es sobre sentimientos humanos, y a partir de la forma: la luz está en juego con las palabras y las sombras crean un clima de misterio introspectivo. La música también tiene una progresión, ya que suele musicalizar con la banda de pop Tinderstricks. Para ella la música no sólo acompaña en una película, genera un nuevo sentimiento en la escena.
–El deseo es una cosa que está en movimiento, que cambia, que puede volverse loco y que puede detenerse. El deseo es el aliento de la vida, el placer es más frágil.
–Toda mi vida es subjetiva, tengo una subjetividad muy fuerte. El problema de la sociedad que se vive actualmente es algo que atraviesa nuestras vidas. No se puede hacer cine si no hay absolutamente ningún rastro de la sociedad en la que vivimos, que se vuelve algo subjetivo porque la encontramos todos los días en la vida cotidiana. Yo te miro, comprendo un poco tu español y pienso si podés vivir del periodismo. Ahora sé que sos una persona que puede vivir a través de las cosas que le interesan, el cine, la condición femenina. Puedo imaginar que la sociedad también te interesa mucho, por lo que tu ser está atravesado por el contexto en el que estás y tengo en cuenta ese tipo de cosas para filmar.
–Hacer una película es como hacer pequeños caminos que se cruzan en el campo. Se puede tomar un sendero o el otro, y en ese camino aparecen cosas posibles para cada film. Me gustaría que los espectadores amen mis películas. Quiero que se sientan conmovidos, les gusten los actores y se queden pensando en las distintas posibilidades que abren.
–El canibalismo pasa por una cuestión ritual. Para mí esa película es una metáfora de la pasión y de la enfermedad, de la virología. Yo amo los recuerdos del trabajo, no sé si amo la película, pero sí me acuerdo con mucho cariño del trabajo con Béatrice Dalle, Nicolas Duvauchelle, de las actrices y actores con los que trabajé. Todos quedaron como amigos míos y volví a trabajar con ellos. La actriz que hace la mucama en el hotel, Florence Loiret Caille, me llamó ayer. Se trata de vínculos muy fuertes. La escena que ella hace es muy importante, porque es la víctima perfecta socialmente. Es la mucama que es mirada con deseo y acosada por el personaje de Vincent Gallo. La emoción que se vivió en esa escena creo que fue inolvidable para todos. Florence era muy jovencita entonces, y se sintió mal en un momento. Paré todo para que tomara una aspirina y se tranquilizara. Esas escenas fueron muy fuertes. Esas cosas no se olvidan. Florence me sigue llamando “Claire, la psicópata”, ése es mi sobrenombre. Es un vínculo muy fuerte. Con Nicolas también hicimos la película Bella tarea, y fue inolvidable, porque es algo muy físico poner el cuerpo en el cine.
–Es la película más emocionante, junto con Nénette et Boni. Es un film sobre el amor, que es algo simple.
–Creo que el personaje de ella reemplaza a los hombres que han dejado de trabajar. Quiere que su hijo cuide la plantación de café, que puede ser una herencia de la colonización, pero creo que no le interesa la colonización puntualmente. Tiene la necesidad de subsistir en Africa y no tiene algo en Francia que la haga volver. No tiene nada que la una al colonialismo, la atraviesa una cuestión muy intelectual y está focalizada en el trabajo. El colonialismo hoy es muy diferente, es económico y está por todas partes, no está concentrado en Africa, también está presente en la Argentina, que fue colonizada por inmigrantes que destruyeron los valores autóctonos. La esclavitud que se dio en el Caribe o en Brasil, por ejemplo, tuvo una consecuencia en la población negra.
–Creo que la colonización económica está planteada por el poder de los bancos y creo que en la Argentina hay un Estado que lucha contra eso. No creo que gane esa lucha, como tampoco la puede ganar Europa. En la Argentina hay establecimientos rurales muy pobres, manejados por unos pocos ricos; lo veo con mis propios ojos. Esa explotación que se ve en White Material se repite hoy en países como la Argentina. En el camino que va de Buenos Aires a Mar del Plata vi establecimientos rurales y me puedo dar cuenta de que en esas pequeñas granjas la vida es muy dura.
–Ella es maravillosa. Como actriz, como mujer y como amiga.
–En mi segundo film, S’en fout la mort, hay una escena en la que un personaje lava el cuerpo de su amigo muerto, le lava la herida que le produjo un cuchillo y le habla. Ese monólogo que produce él ante su amigo muerto, hablándole de que quiere conocer su país y su música. Esa escena del hombre vivo ante el hombre muerto es la que más guardo en mi corazón.
–Tengo ganas de pasear y conocer la ciudad. El reconocimiento acá es sorprendente y es algo que me conmueve mucho.
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