COSAS VEREDES
Un restaurante en China ofrece comida gratis a gente hermosa, subrayando una creciente –e inquietante– tendencia oriental que premia las apariencias con platos sin cargo.
› Por Guadalupe Treibel
Parecería ser que, acorde con cierta novedad, aventurarse a un restaurante en China es más un juego de apariencias que un habitual modo de llenarse la barriga a cambio de unos morlacos. Al menos, de considerarse experiencias varias en puntos varios de la mentada república oriental, donde –sólo en los últimos meses– se han sumado una seguidilla de propuestas, replicadas a diestra y siniestra por medios internacionales. No sin cierta turbación, dicho sea de paso. A modo de breve repaso, las iniciativas incluyen un local en Shanghai que mide la altura de sus clientes y, de ser ellos verticalmente elevados (¿para qué fin?, nadie sabe), sale un menú gratarola. “Ni siquiera necesitás quitarte los zapatos”, apunta el sitio gourmet que evidentemente gusta de clientela con buen metraje, y que contabiliza a partir del 1,64 metro en las doñas y el 1,73 en muchachos. Ajá... Luego, en la sureña ciudad Chongqing, distintos espacios gastronómicos –como el restó Nao Hou, según informa The Mirror– pesan a los comensales, previo a su ingreso, y cuanto más gordito sea el varón, más descuento percibe. A menos, claro, que el tipo alcance los 140 kilos, en cuyo caso no abona ni un yuan por lo que embuche. Ojo, los mismos lugares que premian la contundencia y glotonería masculina aplican la regla inversa en damas y damitas. ¿Cómo logran ellas pagar menos, ahorrarse unas monedas? Pues, siendo delgadas, ¡obvio! Cuanto más flacas, más baratela. Y para el plato gratis o premio primero, sólo es necesario pesar... 35 kilos, o menos. Es decir: el varón, rellenito; la chica, una plumita a la que –literalmente– se lleva el viento (preferentemente hacia una clínica de nutrición, porque en ese cuerpito faltan muchos, muchos gramos). Más doble estándar sexista, echar tablas de multiplicar, historia, estigmatizaciones culturales, etcétera, etcétera, etcétera.
Empero, aunque no dejen de ser un lastre, no son éstas las promos que han despertado una petite algarada estos últimos días. Oh, no: es otra la campaña de marketing que, arrimando el bochín a la moda de las apariencias, fue por tutti, y dicho tutti ya le ha valido unos cuantos calificativos peyorativos. Pasito a paso, voilá los sucesos... Ocurrió (aún ocurre) en Zhengzhóu, capital de la provincia de Henan. Allí, un restaurante llamado Jeju Island –dedicado a pucheros, sopas y variopintas delicias coreanas, además del tradicional “houguo” chino– ha instaurado una moneda de cambio, por lo menos, controvertida: la belleza. Que, a decir de las crónicas circulantes, significa que los/as cinco clientes más preciosos y bonitos y estéticamente armónicos y guapérrimos del día no pagan por su comidita. Al resto de los civiles no-armónicos, simples y meros mortales, les toca precio completo. Lo llamativo es que la empresa dice valerse de criterios objetivos de selección (al parecer, se les pasó el memo de que toda idea de hermosura es una construcción social) y, para demostrarlo, han llegado a límites insólitos.
Porque el gesto –claramente discriminatorio– está secundado por un grupo de doctores (cirujanos plásticos, como no podía ser de otra manera) que accionan cual jurado diario al que los/as interesados/as prestan la jeta. La jodita (que es todo, menos graciosa) funciona de la siguiente manera: la persona tiene hambre, entra al local, pero antes siquiera de poner el culete en una silla y pedir alimento, es arrastrada al “área de identificación de belleza” (sic), donde su rostro es fotografiado. Entonces, la imagen es enviada al panel de evaluación y efectivamente evaluada por los docs –que puntúan los respectivos retratos, le ponen nota y las hacen públicas en pantallas del restó–. Porque, claro, la humillación nunca es completa de no hacerse pública. Al menos, hay “premio consuelo”: quienes no den en la tecla para los expertos, bien podrán atenderse por ellos y hacerse –¿descuento mediante?– los retoques cosméticos pertinentes. Todo liso... menos la autoestima. “Entre nuestros clientes, la cirugía goza de gran interés”, se ataja Xue Hexin, manager del sitio, quien además de defender con uñas y bisturíes la propuesta en una entrevista con la revista Vice, afirma que el proceso de selección no es arbitrario, sino “científico” y cada carita es valorada en 18 áreas diferentes: “Por ejemplo, que la distancia entre un ojo y el otro sea de 63 milímetros para los hombres y de 51 milímetros para las mujeres”. ¿Frentes pronunciadas? Corren con ventaja... Por lo demás, “la punta de la nariz, los labios y la barbilla deben destacarse, y la anchura de la zona principal de la cara debe ser cinco veces la longitud de un ojo”. ¿Algo más?
“Si soy feo, ¿tengo que pagar dos veces?” o “Con mi rostro, con suerte rasqueteo un 1 por ciento de descuento”, optó por mofarse en la red Weibo (suerte de Twitter chino) la indignada muchachada, y no faltó quien directamente hablase de “propuesta vergonzosa”, “perniciosa”, “vulgar”. Por fortuna, las autoridades locales mostraron ídem consternación, preocupados porque el local “hiciera que la zona fuera mal vista”, valga la ironía. De allí que los pasados días, el flamante cartel de neón rosa de Jeju Island que rezaba “Comida gratis para personas atractivas” fue retirado, aunque la promoción permanezca activa. “Seremos más cuidadosos con la folletería en un futuro”, fue el mea culpa de Hexin, aunque advirtió que –con o sin anuncio– “la oferta continúa”. “Menos mal que siguen comprometidos en hacer sentir bien a la gente hermosa, porque Dios sabe que nadie más lo hace”, ironizó la revista Bustle. ¡Menos mal!
(Versión para móviles / versión de escritorio)
© 2000-2022 www.pagina12.com.ar | República Argentina
Versión para móviles / versión de escritorio | RSS
Política de privacidad | Todos los Derechos Reservados
Sitio desarrollado con software libre GNU/Linux