EL MEGáFONO
› Por Verónica Bajo *
Las elecciones de reinas y reinitas en fiestas populares representan una de las formas de violencia simbólica más naturalizadas por parte de organismos gubernamentales en nuestro país. Hay reglamentos altamente discriminatorios y sexistas, que incluyen requisitos como desfilar en malla o con zapatos de plataforma o firmar bajo declaración jurada las medidas corporales de busto o cadera, para luego ser cotejadas por funcionarios/as. Desde las municipalidades se les pide a las jóvenes (incluyendo menores de edad) que se conviertan una especie de promotoras de productos regionales.
Enmarcadas como la principal atracción de las fiestas, las elecciones de reinas consisten, entre otras cosas, en hacer desfilar en bikini a adolescentes y/o jóvenes ante un jurado compuesto por intendentes, gobernadores, concejales/as, secretarios/as de Cultura y Turismo; luego llega el momento de la coronación, donde se les hace entrega de un cetro, una corona y unos (pocos) pesos u órdenes de compra.
A partir de ese momento, y por un año, los gobiernos tienen derecho a explotar la imagen de la electa que debe asistir a eventos y no puede quedar embarazada. Desde hace poco más de dos años comenzamos una campaña para visibilizar esta forma de violencia contra mujeres y niñas: en el 2013 en Bahía Blanca el Instituto Cultural dejó de apoyar la “elección de la reina del camarón y langostino” y la Comisión Nacional Coordinadora de Acciones para la Elaboración de Sanciones de Violencia de Género (Consavig) ha tenido una participación activa enviando cartas a diferentes municipios.
El año 2014 terminó con un hecho sin precedentes: el gobierno de Chivilcoy cesó con las elecciones de reinas. Este proyecto de ordenanza, aprobado por mayoría absoluta, fue presentado por la Secretaría de Género y la Asamblea por los Derechos de la Niñez y Adolescencia de la CTA de esa ciudad. Pero a lo largo y ancho del país parecen hacer caso omiso de las leyes, de lo acontecido en Chivilcoy y de unos tiempos donde promover falsas monarquías de mujeres semidesnudas debiera ser cosa de bizarras postales del pasado.
Un caso cercano es el de Monte Hermoso, donde una vez más y, a pesar de nuestro pedido y de la carta enviada por la Consavig a su intendente Marcos Fernández, hicieron la “elección de la reina del verano” la semana pasada, luego de un fallido intento de armar una especie de book de fotos en la página oficial de Turismo/Cultura para que voten a las chicas. Pero fue tal el repudio que en unas pocas horas las borraron. Las chicas desfilaron en bikini, tiritando con disimulo frente a jurados, gestos irónicos, aplausos, burlas, silbidos y miradas morbosas. Y una Secretaría de Cultura y Turismo dedicada a tinellizar el Estado que, en cambio, debería prevenir y erradicar la violencia de género.
* Integrante de Acciones Feministas, en Bahía Blanca.
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