El 54,1 por ciento de los varones realiza ejercicio físico. Y, en cambio, el 44,8 por ciento de las mujeres realiza alguna actividad recreativa o deportiva en donde el cuerpo se ponga en movimiento, según una encuesta realizada, en noviembre del 2014, entre 1300 habitantes, por la red de clubes Megatlon y la Universidad Abierta Interamericana. La diferencia es significativa. Por un lado, las mujeres se sienten más presionadas por su imagen y muchas veces buscan el ejercicio como una forma de adelgazar o tonificar para encajar en el molde del talle único. Pero, a la vez, el deporte como pasión, descarga, alegría, equipo, superación o puro placer, les resulta más inalcanzable. Las mujeres que no realizan actividad física no tienen tiempo. Entre el trabajo pago y el trabajo no remunerado de la crianza y las actividades domésticas el reloj es esquivo a otros sudores y resoplos. Aunque, en todos los casos, lo mejor no sería imponer nuevas obligaciones, sino algún respiro. La idea de caminar cuarenta minutos para equilibrar la ingesta de media rodaja de pan nunca va a ser un trato justo. Pero la adrenalina de cambiar el aire y superar la flaqueza de las piernas débiles, volver a sentir que los muslos son esa parte del cuerpo que nos pertenece (además de estorbarnos frente al espejo) o de tener ganas de que la cancha siga para pegar otro drive no es deber sino goce. El 18 por ciento de las mujeres que realizan actividad física quiere lucir mejor y su mayor motivación es estética. Mientras que el 65 por ciento de quienes nadan, caminan, boxean, practican yoga o estiran se inspira en una vida activa y saludable. La mayoría (29 por ciento) va a un gimnasio y otro tercio (28 por ciento) pedalea o trota al aire libre. Hay muchas que prefieren deslizar suavemente los músculos con Pilates (20 por ciento) y apenas el 7 por ciento practica deportes grupales.