Vie 20.02.2015
las12

PERFILES > DéBORA PLáGER

La impecable

› Por Flor Monfort

Hace un año, Débora Pláger se quejaba porque en el noticiero de C5N le mandaban presentar el nacimiento de osos panda o flamantes madres de quintillizos. Lo hacía en nombre de todas las mujeres detrás de los escritorios que dictan las noticias y reivindicaba lo femenino de su rol, siempre apuntando una formación sólida como la suya (que estudió periodismo en la UBA y se perfeccionó en Estados Unidos, habla perfecto inglés, y es del estilo impoluto típico de la cadena de noticias CNN: neutral, siempre sonriente y erguida como una escoba) con la siguiente frase a la revista Noticias: “Para las mujeres el camino es más arduo, sin duda, pero no estoy de acuerdo con la victimización sino con la reivindicación del género, con nuestro propio modo de pararnos en nuestro trabajo, el que sea. En la profesión logré imponer mi impronta” y vaya que se ocupa de su impronta a fuerza de silueta cuidada, bronceado perfecto, teñido amarillo en regla y dientes de publicidad. Item de belleza que este suplemento banca, a menos que lo que quiera la dueña de tal porte es hacernos creer que ella es una ciudadana común y corriente, como todas. Como la que gritaba “Argentina” con rulos de peluquería y detrás de un paraguas el miércoles pasado en el llamado 18F y como la que hizo topless en la puerta de su casa de Mataderos cansada de que le corten sistemáticamente los servicios por las olas de calor. Todas somos una, parece decir Débora en esa apelación a la arenga que se solidariza con las otras, pero siempre desde su pedestal sin gritar y con un dejo de desprecio por las que reclaman a los gritos la desaparición de una hija o el asesinato de un hijo. Porque los modales, ante todo.

Esa mezcla de sentido común y desesperación por lucir perfecta es una constante en la televisión. Raza a la que pertenece su compañera de panel en Intratables, Silvia Fernández Barrio: ambas son de la escuela de pensamiento que dice que si sos pobre podés ser honrado y que si sos pobre y chorro es porque así lo elegiste. Pero como hemos visto mas arriba, a Débora no le gustan las víctimas, o no le gustan las que no le convienen.

Amante de las palabras, dice que su salida de C5N se debió a un pleito semántico, ya que ella estaba obligada a usar términos que no formaban parte de su simbología habitual, y oh el horror de decir ilegal por blue le sobrevino a pocas semanas de organizar el Bar Mitzvá de sus mellizos y tras el ágape el despido, que la señora capitalizó al por mayor haciendo gala de un inusual fanatismo por el rol de... ¡víctima! Pero eso quedó atrás, porque después de las notas y el llanto, el canal América la sumó a sus huestes, poniéndola allí donde el coro de voces necesita matices y el de ella es ese acento que siempre viene bien: el de la bien pensante (que siempre es de derecha, por cierto). Un poco de competencia con la periodista veterana, famosa porque le tocaran el trasero en una cobertura y devota trabajadora durante la dictadura militar, el cocktail hace chispas y ambas compiten por quien dice “mis chicos tal cosa” para poner como ejemplo de niños cualquiera a sus propios vástagos.

Su Twitter es un compendio de retuits que halagan su figura, rescatan su simpatía y adoran su belleza, siempre aclarando que es tan pero tan buena periodista que hizo titubear a Aníbal Fernández y dejó sin palabras a Luis D’Elía, pero en tren de sumarse al equipo de doñas rosas, Débora avisa qué barrios porteños no tienen luz y pasa lista de las marcas que la visten, la peinan y le doran la píldora. También muestra orgullosa la foto con la señora de los almuerzos porque “cuando almorzás con la señora, llegaste” y vaya llegada a la meta de una mujer que no quiere victimizarse es que le digan, como hace unos días en su cuenta oficial, “qué mujer con huevos”.

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