MONDO FISHION
› Por Victoria Lescano
Una procesión de modelos mamás con sus bebés y niñas engalanadxs para la ocasión: cuatro de ellxs desfilaron en los regazos de sus jóvenes madres, mientras que otrxs permanecieron casi inmóviles en el fondo de la pasarela y componiendo el cuadro temático fashionista sobre la familia y la maternidad representado por Dolce&Gabbana el primer día de marzo en Milán.
En las noventa pasadas referidas a la galería de estilos de D&G, una bolsa portapañales atiborrada de rosas rojas irrumpió cual gesto sofisticado y como complemento de un abrigo de piel. Ese artilugio pareció ilustrar algunas máximas de moda pronunciadas desde bambalinas: “Los bebés son el accesorio de la temporada”. Si bien la moda se jacta del baby boom y no vacila en desarrollar una industria para satisfacer y para imponer sus arbitrariedades, los dichos no resultaban incorrectos. El homenaje se representó desde ropajes con los slogans “Viva la mamma” o bien “Yo amo a mi mamá” impresos en tops, en el fondo de la pasarela, en sisas de los vestidos y tailleurs, junto a rosas rojas bordadas en sus superficies y sus tallos rematados en hilos preciosistas, mientras que una serie de vestidos de seda (los hubo rectos, con línea A, strapless) pareció replicar los trazos infantiles y las dedicatorias de niñxs a sus madres que suelen documentar los cuadernos y las láminas hechas en casa; tales estampas surgidas de action drawing infantiles fueron desarrolladas replicando los dibujos de los sobrinos de los diseñadores y de un hijo del experto en desarrollar los prints de ese dúo italiano. Con unos y otros recursos tan empalagosos como encantadores, la firma pareció recobrar el apogeo de fines de los ’90. Flirteó con las nuevas generaciones de consumidoras pero no omite el gusto por la lencería y buena sastrería de sus devotas. Y nunca deja a un lado las imágenes de Sofia Loren y de Anna Magnani al caracterizar a sus modelos cual bomb shells contemporáneas. La lencería emergió debajo de elegantes vestidos camiseros y de tailleurs, así como también asomó en batas see trough.
Un recurso más casual y actual fue la incorporación de auriculares con la apariencia de tiaras acicaladas con perlas y con pieles que las modelos llevaban cual accesorio de rigor junto a sus i-phones; la modelo argentina Mica Argañaraz los matizó con un vestido corto negro y unas botas altas cuya caña reproducía broderies. Acerca de la inspiración, los D&G agregaron que entre el stock de la firma existe un rouge rojo con perfume de rosa: de ahí que un rouge de su línea de cosmética fuese exhibido desde un taco transparente.
Pero como complemento de ese jardín de rosales textiles y sin renunciar a incurrir en pétalos a modo de botones, la colección hizo lugar a una línea de vestidos negros, a variaciones sobre el viso, a exquisitos tailleurs con cuellos de piel o abrigos cruzados. La modelo Bianca Balti, quien había destacado su pronunciado embarazo en la apertura del fashion show con un vestido en todo pastel, lo cerraría con un vestido idéntico pero en negro. Así como Hitchcock supo afirmar “nunca trabajes con niños ni con animales porque te roban la escena”, es vox populi que el género niñxs en la pasarela puede resultar un recurso efectista: el fashion parade de la maternidad de los D&G salió airoso y aportó gestos humanos al fashion show.
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