Vie 13.03.2015
las12

COSAS VEREDES

Yo soy especial, tan especial

Chrissie Hynde, líder de Pretenders, anunció la salida de su libro de memorias. Razón más que suficiente para repasar los momentos clave de la vida de esta emblemática dama del rock&roll.

› Por Guadalupe Treibel

Resulta que en su libro The Sex Revolts: Gender, Rebellion and Rock’n’ Roll, el reverenciado crítico inglés Simon Reynolds y la escritora Joy Press abordan la distinción entre revolución y rebeldía para descular qué concepto se ciñe mejor a la historiografía del rock masculino. Y, tras poner la lupa en la actitud de machito cabrío de ciertos titanes de la escena, concluyen que “la insubordinación y las pataletas individualistas son cómplices o aliadas de los términos establecidos por el capitalismo y el patriarcado”. Claro que, ni lentos ni perezosos, los autores proceden a analizar el lugar de la mujer en la escena, repasando nombres –e historias– fundamentales. Entre ellos, Kate Bush, Siouxsie, las Slits, P. J. Harvey, Joni Mitchell... Y, como no podía ser de otra manera, Chrissie Hynde (1951). Chrissie Hynde, quien –con sólo 22 pirulos– decidió mudarse de su Ohio natal a Londres a mediados de los ’70 y allí logró hacerse de un nombrecillo propio a fuerza de incursionar como periodista de New Musical Express (NME), “mantener cierta actitud dominatrix, vestirse como un tomboy, ser bien, bien ruda”. “Malcolm McLaren había planeado volverla líder de una banda llamada Love Boys, donde su look andrógino y su talante cool jugarían un rol central”, anotan Press y compañía sobre quien no sólo fue testigo del nacimiento de un movimiento, ayudó a fundarlo. Porque si bien Love Boys nunca ocurrió, sí sucedieron otros episodios... Como el trabajo provisorio en la tienda de Vivienne Westwood, SEX, donde a Chrissie la rajaron por pelearse fervorosamente con la clientela. O, a cantar de la leyenda, el casi-casorio con Sid Vicious para no ser deportada de Gran Bretaña. O un intento de banda con Mick Jones, de The Clash, entre muchos otros intentos. Y frustraciones. E intentos. Y frustraciones. Hasta que finalmente, en 1978, llegó el hito fundacional: el nacimiento de su gran banda, los Pretenders, con Pete Farndon en bajo, James Honeyman-Scott en guitarra, Martin Chambers en batería y ella, líder total. “Su música era una suerte de versión punkie del brit-beat de los ’60, donde lo verdaderamente notable era la contribución lírica y vocal de Hynde. Su voz –y la manera en que arrastraba sensual, vulnerable, viciosa y maliciosamente las palabras– es uno de los primeros y mejores ejemplos de gruñido y fanfarronería femenina en el rock&roll”, ofrecen Reynolds y Press. En el rock, el punk, el new wave, como evidencian sus varias décadas en carrera, los nueve discos de estudio, los cuatro recopilatorios, los dos en vivo, más 33 singles. Y hits como “Brass in Pocket”, “Talk of the Town”, “Don’t Get Me Wrong”... Eso, sin mencionar su reciente incursión en el universo solista (Stockholm, 2014), donde contó con la colaboración de su amiguísimo Neil Young, un manojo de festejadas canciones y la misma actitud desfachatada de siempre.

Pero, ¿a cuento de qué escribir hoy acerca de Chrissie Hynde? A cuento de qué hablar sucintamente acerca de: su palabra favorita a los 12 años (“Inglaterra”, tierra de sus Beatles amados, de los Stones). El breve pasaje por la Kent State University como estudiante de Bellas Artes durante el pico de las manifestaciones contra la guerra de Vietnam. La mudanza a Londres. Su reticencia a ser comparada con Patti Smith. La gran amistad con Blondie y Linda McCartney. Su influencia en futuras generaciones (Madonna y Lady Gaga, por citar unos pocos ejemplos, se admiten fans y deudoras). Su fervoroso activismo por los derechos de los animales, su compromiso con la organización PETA, el vegetarianismo. Su libro favorito (el Bhagavad-guita, texto sagrado hinduista). Un reiterado consejo a las chicas rockeras: “No piensen que mostrar las tetas y lucir cogibles las ayudará en algo, recuerden que, en el rock, la idea no es decir ‘fuck me’, es gritar ‘fuck you!’”. Sus dos hijas, Natalia y Yasmine, a quienes crió sola con una filosofía dual: “caballos y libros”, naturaleza y cultura. La pérdida de los colegas y amigos (a veces amantes) Honeyman-Scott y Farndon, ambos muertos por sobredosis. Sus dos relaciones más significativas: Ray Davis, de los míticos Kinks, a quien abandonó durante una pelea, cansada de las palizas que el músico le propinaba, y Jim Kerr, de Simple Minds, que la dejó estando ella embarazada. Y luego: su negación total a consumir alcohol, drogas o tabaco, porque “protagonizaron buena parte de mi vida hasta que comprendí que eran depresivos”. El merecido lugarcito otorgado a Pretenders en el Rock and Roll Hall of Fame de Cleveland, en 2005. ¡Las canciones! ¡Las letras! ¡El flequillo! En fin, los 63 años de nutrida vida.

Entonces, a la pregunta (¿a cuento de qué?), una respuesta: ¡De adelantarnos! Y anticipar lo que posiblemente integre –con más gracia y más detalle– las hojas de su libro de memorias, recientemente anunciado por ella misma al son de “Lo estoy encarando como encaro un disco: esperando que dé ganas de bailar, de divertirse, de desenterrar viejos discos o incluso bucear en el armario y quitarle el polvo a la guitarra. Y si los hace llorar es porque, citando a Willie Nelson, siempre estuvieron en mi mente”. A buscar el hit proverbial, se ha dicho. Mientras, en paralelo, la editorial Doubleday ha dicho otras cosas: “una sorpresa en cada página”, “inteligente, íntimo, riquísimo”, “increíblemente sincero”. Y desde los diarios se habla de una fecha (el 8 de septiembre en las huestes anglo) y se manifiesta lógica alegría. Porque, en palabras del sitio Jezebel, “amigos amantes de la historia del rock and roll, es un grandioso momento para estar vivos”: sólo en los últimos años, Patti Smith escribió (parte de) su historia, y Linda Ronstadt, y Kim Gordon, de Sonic Youth. Y ahora, la irreverente, impetuosa Chrissie, que el año pasado declaró: “Todos nuestros iconos, las rocas de nuestra cultura, van a morir en los próximos diez años. Vamos a verlos caer, apagarse. Es inevitable. Crecimos en una cultura juvenil que se está haciendo vieja. Nos estamos volviendo viejos, man. Lo realmente interesante para mí es... ¿quién será el próximo? (risas). Ese es mi tema de conversación en encuentros. Creo que por eso no me invitan a muchas reuniones”.

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