MUSICA
Antes de su gira por México, la artista mendocina Eloísa López comparte los misterios de Fotogramas, su más reciente LP, un trabajo electrónico y experimental producido por Tweety López.
› Por Guadalupe Treibel
“No soy un nombre,/sólo soy este ser que soy/atrapado aquí, atrapada aquí”, saluda la cantante y compositora (y tecladista, programadora, diseñadora) Eloísa López en el principio del primer tema, “Dos mentes”. O, más bien, saluda Audia Valdez, mote con el que la artista ha reemplazado su designación de nacimiento. Así se presenta en Fotogramas, su último trabajo, recientemente editado tras cinco años de –relativo– silencio. Porque aun cuando no lanzara nuevos cancioneros en formato álbum, la mendocina continuó profundizando su andar en otros campos que la convocan: su línea de pilchas de autora, las performances, entre ellos. Empero, hoy Eloísa (o Audia) retoma las huestes electroexperimentales de la canción con doce tracks donde no falta ni el sentido homenaje a Luis Alberto Spinetta (“Tema para Luis”) ni una personalísima versión de “Otras vidas”, de María Gabriela Epumer. Doce tracks que suceden a su primer EP de 1999, Trance disidente, al larga duración de 2001 Es Audia Valdez, a El, de 2005 y Por un paisaje, de 2009. Así, antes de su gira por México durante el mes de mayo (“me voy a estar presentando en Oaxaca, Colima, Guadalajara, DF, etcétera”), López (o Valdez) conversa con Las12 para hablar acerca de la fusión de texturas electrónicas y acústicas, la poética moderna y, por supuesto, el futuro.
–El disco lo disparó “Dos mentes”, el primer track, que había surgido previamente como una propuesta performática para un ciclo organizado por el espacio teatral Pan y Arte. Vale aclarar que no era exactamente la canción tal y como está grabada en Fotogramas: había más texto, video y un bailarín de danza contemporánea que interpretaba. La idea era indagar sobre la dualidad humana, las dos mentes (una que hace ruido y es difícil acallar; la otra que centra, que marca lo realmente importante). Estos últimos años trabajé mucho con danza, haciendo música instrumental, colaborando con grupos, creando en base a la improvisación, al movimiento, a la disponibilidad de los cuerpos.
–Diría que Fotogramas es mi disco más up; no en un sentido bailable sino power, con un sonido más intenso y una gordura sonora que me encanta. Un disco donde, además, la experimentación y la atención por el detalle estuvieron en primer plano. “Nadie nos corre”, me decía Tweety González, que produjo el álbum, y así que pasamos un año laburando, tomándonos nuestro tiempo en un proceso que nunca perdió su cualidad lúdica y placentera. Hasta que el disco estuvo “listo”. Porque, aun cuando siempre puede ser más, llega el momento en el que hay que dejarlo ir. Como suele decirse: “Las obras no se terminan, se abandonan”.
–Tweety incentivó muchísimo mi lado loco, de hacer pruebas con el audio. Lo que devino en que, por ejemplo, la parte percusiva del tema “Otras vidas” fueran samplers hechos a base de un golpe con la mano, una piedra, la puerta de la heladera cerrándose... “No toques la guitarra; golpéala”, me propuso en otra oportunidad, y en base a ese sonido armamos un loop. Juegos que jugamos, chistes internos. En “Agitación” llegué a grabar mi corazón con un condenser. Puede que nadie perciba estas cuestiones pero están. Y generan cierta energía. En un momento en el que muchos discos que usan máquinas tienen un sonido pasteurizado, repensamos la matriz; la volvimos artesanal.
–Siempre pienso: “¡Cómo me gustaría vestir al futuro!”. Porque, así como lo futurista-industrial me inspira musicalmente, en esa dirección van mis prendas. Mi línea de ropa se nutre de esa estética y del concepto de uniforme. No responde a la moda, no tiene medida de tiempo, no pretende (ni quiere) entrar en la vorágine del consumismo capitalista exacerbado ni en la frivolización, privilegia la practicidad. Pienso que la ropa surgió de lo mucho que me gusta dibujar, algo que hago desde muy niña. Como mi mamá es escultora, lo visual me acompañó desde pequeña. Y, de hecho, enriquece mis shows que, además de música, suelen fusionar lenguajes como el video, las luces, la performance. La fusión me encanta. Por eso estudié Arte dramático. Lamentablemente, la escena musical suele ser muy rígida, hay muchos prejuicios, pero, para mí, lo fundamental es el mensaje, encontrar la mejor manera de comunicarlo. Yo vuelo con Laurie Anderson, con su manera de decir y hacer a partir de un concepto.
–A mi mamá, Inés Rotella. Crecí escuchándola martillar metal, quizá por eso me gusta tanto el ruidismo, porque tiene una cualidad tímbrica muy especial. Hasta notas, yo diría. Ella, que viene de una familia de analfabetos inmigrantes italianos, recién pudo empezar el secundario a los 18 años; sus padres no la dejaban estudiar. “Sólo los hombres de la familia”, le decían. Para ella, corte y confección. Pero a fuerza de perseverancia y empeño (¡llegó a hacer una huelga de hambre!), completó la carrera de Arte y se convirtió en profesora universitaria de la cátedra de Pintura.
–Empecé a sentir la necesidad de apartarme del yo. Entonces volví al origen, a Es Audia Valdez, y recuperé ese nombre para aunar las distintas aristas de mi trabajo como artista (la música, la performance, el diseño de indumentaria...). Audia –así, en femenino– fue mi manera de subrayar mi amor por el sonido. Recuerdo que, en aquel momento, era habitual que los tipos me hicieran preguntas del tipo “¿Quién te programa las bases?”; era llamativo –y difícil– ser música. Y aunque hoy todavía falte para alcanzar una situación realmente equilibrada, estamos mucho mejor. Por lo menos, ya nadie me hace esa pregunta.
Audia Valdez presenta Fotogramas el jueves 19 de marzo en Bebop Club, Moreno 364, CABA.
(Versión para móviles / versión de escritorio)
© 2000-2022 www.pagina12.com.ar | República Argentina
Versión para móviles / versión de escritorio | RSS
Política de privacidad | Todos los Derechos Reservados
Sitio desarrollado con software libre GNU/Linux