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Viernes, 27 de marzo de 2015

CINE

Más allá del sexismo

Un grupo de amigxs se va al Tigre a enredarse en el caos de los veintipico: Voley retrata sus rechazos y encuentros desmontados de prejuicios y clichés machistas.

 Por Marina Yuszczuk

No tengan miedo: los chicos y las chicas cogen. Con los amigos, las amigas, los novios y las novias, con otros chicos y chicas que conocen ocasionalmente y que no vuelven a ver nunca. A veces porque tienen ganas de coger, a veces porque les gusta alguien, a veces solamente porque pueden. Y nada de esto los convierte en monstruos sin corazón, aunque por algo así se quiera hacer pasar el protagonista de Voley al comienzo de la película. El es Nico y lo interpreta Martín Piroyansky, que también escribió y dirigió la película después de un corto brillante sobre las inseguridades del amor (No me ama, 2009) y una comedia romántica sobre dos argentinos que viven en el país donde nació el género (Abril en Nueva York, 2012).

Está por llegar el Año Nuevo y Nico invitó a sus amigxs a pasarlo en el Tigre, lejos de las familias y en la estrechez de una cabaña cálida pero chica, que los obliga a compartir las piezas. El anfitrión llega con Pilar (Inés Efrón), pero no quiere que nadie lxs vea juntxs para que no se enteren de que están cogiendo sólo como amigxs con derechos. Nacho (Chino Darín) cae con su novia Manuela (Violeta Urtizberea) y una invitada sorpresa, Belén (Justina Bustos), que es el prototipo de rubia linda y deslumbra a todos desde el principio. Cata (Vera Spinetta) llega sola, y sigue sola casi todo el tiempo, porque es la intelectual rarita que lee mientras los otros se meten en el río, hace comentarios irónicos y no se banca casi nada.

En la primera noche, Nico deja en claro su teoría sobre las relaciones entre los sexos: los varones cogen mucho porque pueden, es físicamente posible y entonces no les queda otra, y como pueden dejar embarazadas a infinitas mujeres, lógicamente no les va la monogamia. Las mujeres, en cambio, como sólo pueden quedar embarazadas una vez al año, necesitan coger mucho menos. Por suerte Nico es adorable y todo lo que sigue en la hora y media de película es una forma posible de desmontar ese discurso bobo con el que Piroyansky se ríe con ternura de su personaje. Y las primeras encargadas de desmontarlo son las chicas, que visten shorcitos sin excepción: para empezar, cuando le responden que las mujeres pueden tener relaciones y acabar muchas más veces por día que los varones, incluso estando embarazadas. Y después, porque se los cogen: primero Cata, simplemente con un “Qué interesante lo que dijiste, ¿querés coger?”, que a Nico lo deja duro de desconcierto. Después Pilar, que parece tener ganas todo el tiempo. Y después Manuela, que aunque siente culpa por engañar al novio, bueno, está un poco borracha y se entusiasma con Nico. Para cuando lo encare la deseada Belén, Nico ya no da más, y no tanto porque no le dé el cuerpo sino porque en el medio de todo ese baile que los tiene cerrando y abriendo puertas para escabullirse en una habitación oscura y esconderse de lxs otrxs, se enamora. Sí, como un bebé. Y suplica.

Voley no es ni machista ni feminista: está en otro lugar, porque las relaciones dentro del grupo de amigxs desplazan a las desigualdades entre géneros. Lo que está mal visto es soplarle la novia a un amigo, o mentir (lo cual no quiere decir que no suceda), y en ese punto ser una chica o un varón es indistinto, así como tampoco hace diferencia de géneros el dolor del rechazo cuando pega. La película retrata ese momento de los veintipico en el que unx se banca múltiples rechazos y vive los triunfos con intensidad, porque de lo que se trata es de un momento de búsqueda, con toda la crueldad que eso implica: las parejas sexuales o amorosas van y vienen, a veces se descartan y otras dejan una huella, pero si esa montaña rusa es tolerable es porque lxs amigxs se quedan para acompañar el viaje. Con su manera experta de pasar de la comedia precisa al momento melancólico de fin de fiesta, Voley deja ver que las cosas no son de una sola manera y lo hace bien, porque además es una película buenísima.

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