CONSEJITOS DE MARU BON BON
Preciosas criaturas animadas, dulces bacantes y oscuros/uras/ures habitantes de la penumbra de los cuartos o de debajo de las sábanas o de los biombos y por qué no los baños públicos... ¡Feliz de volver a estar entre vuestros amables e inquietos dedos! ¡Si supieran cuánto me gustaría veros en lugar de adivinaros, dejarme tocar en lugar de andar tocando teclas como si no supiera suficiente que de este contacto lo único que surge son letras y no de las mejores! Ay, es que tengo uno de esos días en que todo parece negro aunque negro no sea mi valle y sí otras partes que me reservo de contar porque para eso están los/las/les que tienen la fortuna de habitar(me). En fin, amigue/te/ta/sss de lo/la bueno/a, a lo nuestro, porque de capa caída hay cientos/tas y cientólogos/locas en el mundo. Y a nadie le importa que nos parta un rayo o que nos comamos la placenta del vástago recién parido. El tiempo no para y yo tampoco:
Toque su propio tambor: Estimadísimo/ma/me/s, es imprescindible, inclaudicable, indispensable, y absolutamente necesario que Ud. baile a su ritmo, se toque donde más le gusta, y arme su propia historia. No se conoce en la historia quien haya sido medianamente feliz (lo cual es bastante poco) sin atender a ese llamado de la panza que dice ¡por acá!, ¡más allá!, ¡con fuerza!, ¡ahora sí, sí, sí, síiíiiii! Ud. sabrá de qué hablo, al fin de cuentas es su tambor.
Mire con cariño lo que antes veía con indiferencia: La mirada es clave en cuestiones de aventura y divertimento sano y sin familia. Pero no una mirada cualquiera sino una crítica que apunte sobre objetos y sujetas/tos/tes con una pátina nueva. Por ej: ¿no le dice nada el desodorante en barra?, ¿nunca pensó en lo fresca y apretada que es la carne picada?, ¿alguna vez quiso probar nuevos usos para el cepillo de dientes eléctrico? Almohadas, respaldos, cojinetes, y otras yerbas harán las delicias de lo/la/le/.... creativos/vas/ves.
Deje que le toquen el propio tambor: y claro, bonitos/meros/anchoítas, si Ud. no se deja nadie le dejará nada. No importa lo que haga sino justamente que algo quede, aunque sea una marquita, un tono morado, un resplandor. Porque a veces, dulzuras de mi corazón roto, hay que mostrarse bien comida para que otros/tras/etc. quieran probar de su plato o al menos dejarse guiar por tan bien saciado apetito. ¡Y que le toquen el tambor, el trombón, o el diapasón, pero que le toquen!
No espere lo mejor cuando ya tiene lo bueno: No hay que escupir al cielo, ni buscar más allá de lo que se encuentra, ni mear más alto de lo que da el chorro. No me pregunten a qué viene esto, pero a veces una sólo quiere terminar y entonces un poco de fingir no está mal. Así que por hoy, ah, ah, ah, ahahahahah, uhh.... ¡Y hasta la próxima!
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