CONSEJITOS DE MARU BON BON
Queridas amigas, estimados caballeros, gentiles transgéneros y demases que no llego a nombrar para no extenuar a la audiencia, resistan. Aunque ahora lo nieguen, verán que el vacío que sigue a esta agitación plagada de muérdagos y pinos en flor es todavía peor que la comprobación misma de que nada cambia con el calendario. Pero, aun así, ¿por qué desestimar la oportunidad de ornar divinamente lo que se ve y lo que no se ve ante el gran público de la familia? Además, mis queridas/os/es, fiesta, fiestita, fiestón son palabras que traen consigo mucho más que sidra y pan dulce. Vamos, infunda su ánimo de optimismo y salga a la calle en busca de ese detalle soez que puede hacer delicias de la madrugada más cruda. Eso sí, no olvide tener en cuenta estos humildes consejillos:
1. Cuidado con las ballenitas. Sí, es verdad que los corsets afinan la figura, realzan el busto, otorgan una prestancia al cuerpo de cualquier edad que es fácil caer en la tentación de calzarse uno y conseguir una cintura digna de la abeja Maia. ¡Pero, ojo! Recuerde que usted va a comer, va a beber, que los gases que no circulan por el cuerpo se acumulan y que lo que se contiene de alguna manera busca salida. ¿Se imagina soportar el peso de alguien más mientras la asfixia la va poniendo levemente azul? No le crea a quienes dicen que así se consiguen mejores orgasmos, lo único que obtendrá de este modo es sonorizar su noche de Año Nuevo con sonidos que no son de fuegos de artificio pero pueden ser cohetes.
2. La libertad (del boxer) tiene su precio. Y siempre se paga con rubor en las mejillas. Le pongo un ejemplo sencillo: ¿cómo cree que va a ocultar lo que su cuñada le produce si su badajo se yergue en mástil justo en el momento del brindis? Liberada de presiones, o aun peor, acariciada por el raso de su calzoncillo nuevo, su cosita se sentirá dispuesta a manifestaciones públicas que bien pueden costarle la alegría. Sea prudente y deje las manos quietas, queda mal hurgar en los bajos y con esos mismos deditos comer las doce uvas del rito.
3. Deje siempre libre una puerta de acceso. Se supone que usted se está engalanando para eso. Toda su incomodidad habrá sido en vano si para realizar el acto tiene que quitarse sus adornos. ¿Para qué gastar en bombachitas con flecos, moñitos ubicados estratégicamente, dorados que orlan los pezones y portaligas que marcan la cintura si todo eso quedará en el piso ante el primer arrebato? Elija trusas con tajos, o bien, descarte la trusa.
4. Recuerde que estamos en el Hemisferio Sur. Y como tal, el Año Nuevo sucede en verano. Desprecie el látex, desconfíe del cuero, deje la dominatrix que lleva adentro para mejores ocasiones a riesgo de sudar cual camionero atravesando el desierto riojano. Es cierto que la segunda piel que ofrecen esos materiales puede convertir en leona a cualquier gatita, pero el encanto se acabará en cuanto el o la amante en cuestión quiera probar las mieles de su entrepierna.
Por último, estimados fiesteros y disipadas bacantes, tengan en cuenta que la libación de líquidos espirituosos podrá acabar con usted aun antes de que pueda mostrar lo que lleva bajo el vestido. Modérese en público y emborráchese en privado. Ser y parecer no son lo mismo, pero siempre es bueno tener donde volver. ¡Felices Fiestas!
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