Vie 06.02.2004
las12

INUTILíSIMO

Ay, esa espalda

Buena parte de los productos de la cosmética que se fabrican –y a los que siempre recurrimos con renovadas esperanzas– están destinados a la belleza, la tersura y el rediseño de nuestros rostros, aunque también hay cremas suavizantes para el cuerpo, las manos, los pies. Pero, salvo esas pomadas que nos recomiendan con tanto fervor las/os conductoras/es de TV para liberar nudos, nadie hace nada por nuestras espaldas que tienden a curvarse, machacadas por plantones picando fino la verdurita para la ratatouille o sentadas frente a la computadora. Pero menos mal que esta sección piensa en todo para que nada aparte a sus lectoras (o lectores, llegado el caso) de la senda de la elegancia, la hermosura, el bienestar físico y moral. Aunque, para ser francas, la que ha pensado los fundamentales consejos que pasaremos a comunicarles es Gloria Darling, la inspirada autora de Para ser amada, para ser hermosa, opúsculo editado por Atlántida en las postrimerías de los años ‘20 del siglo pasado.
“La moda contemporánea da gran lucimiento a la espalda femenina, ya sea mostrándola en su estatuaria desnudez o dejándola adivinar bajo los vestidos cada vez más collantes”, nos avisa Gloria. Pero, ay, “las chicas modernas son imprevisoras, adoptan las posturas más perjudiciales. No hay más que verlas por la calle mirando vidrieras sin rectificar la posición del tronco. Así, agobiadas, recorren las veredas de los grandes magazines sin pensar que esa actitud viciosa se va incrustando poco a poco en su figura, restándole atractivos”. Por fortuna llega Darling para salvarnos con ejercicios como el de caminar con un libro sobre la cabeza (si es posible, descendiendo escalones). Desde luego, a la gimnasia hay que sumarle el make-up de cuello y espalda que “se puede realizar con un producto líquido, con polvos o una crema blanca, rosada, o rachel, de acuerdo con el tono de la cara”. Seguramente las lectoras ávidas (de belleza espaldar) están queriendo saber cómo aterriza el polvo a sus backs: muy sencillo, con un suavísimo, etéreo cisne provisto de un mango largo “que permite llegar a todas las regiones”, esto, claro, si no contamos que alguien que nos empolve debidamente. “El cuidado y la presentación de la espalda son hoy importantísimos –subraya Gloria–, dado que las toilettes para teatro, diners y recepciones la dejan absolutamente desnuda en toda su extensión.” Por eso, antes de los polvos, se impone alcanzar la rectitud total, y no desalentarse si el libro de marras –que podrían ser las Obras completas de Pirandello, por caso, para dar buena impresión si somos pescadas in fraganti, incluso podemos ponerle un señalador, para que parezca que realmente lo estamos leyendo– se nos cae al suelo una y otra vez al comienzo. Con el tiempo, lograremos la prestancia de la Legrand, en los tiempos en que descendía majestuosamente por la escalerita.

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