Vie 01.04.2005
las12

INUTILíSIMO

¿Vamos de picnic al campo?

Qué mejor, para aprovechar los últimos días tibios y soleados antes de que el otoño se ponga desapacible, que disfrutar de una jornada campestre o al menos en un sitio verde, con árboles y pastito. Ocasión más que ideal, por cierto, para realizar un picnic con todas las de la ley, mantelito a cuadros rojos y blancos incluido. Un proyecto que, podemos apostar, ha de ilusionar a todos los miembros del clan familiar que de este modo tendrán la oportunidad de desintoxicar sus pulmones y de comunicarse distendidamente, lejos del estrés ciudadano. Para ustedes mismas, atentas lectoras, será un día de descanso, sobre todo si recurren a platos, cubiertos y vasos descartables. Aunque, claro, previamente deberán preparar las milanesas, el matambre (que se hervirá más tiempo del habitual para que esté bien tiernito), las croquetas (utilicen cualquier requecho que haya en la heladera) y todo aquello que les parezca apetitoso y nutritivo en cantidades generosas, porque el paseo y el oxígeno estimularán las ganas de comer de chicos y grandes.
Pero el tema que hoy nos convoca no es tanto el menú sino la canasta para el dichoso picnic. Sí, la famosa y funcional canasta de mimbre, un clásico de todos los tiempos, insustituible para la partida de campo que les proponemos. Desde luego, la canasta la compraremos hecha: debe tener la tapa articulada, como mínimo 50 centímetros de largo y 30 de alto. La revista Femirama (enero de 1966) nos indica la mejor manera de acondicionarla, a saber: colocar en la tapa del lado de adentro un cartón forrado en tejido impermeable, sobre el que se coserán presillas que han de sostener platos y cubiertos. La tapa así preparada se puede pegar con cola (del lado de adentro, no hace falta señalarlo) o coser al mimbre, tratando de que quede prolijito del lado de afuera. El equipo mínimo de dicha canasta requiere cuatro platos, cuatro juegos de cubiertos (cuchillo, tenedor, cuchara), envases de plástico herméticos para los alimentos, termos para bebidas frescas y café (o agua para el mate), vasos de cartón en cantidad. Y lo último, pero no lo menos importante: el mantelito y las servilletas haciendo juego en género liviano (para que no ocupe mucho lugar), que se pueden rematar con una trencilla roja o blanca. Ah: comprueben que la canasta cierre bien y tenga una manija resistente. El bronceador, el repelente de insectos y la palmeta matamoscas van aparte.

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