Vie 05.05.2006
las12

INUTILíSIMO

Defiéndete con tus propias manos

La fragilidad femenina puede trocarse en imbatible fortaleza si aprendemos las lecciones del profesor Walter Korwell impartidas desde la revista Mucho Gusto (Nº 41 de mayo de 1972), por supuesto sin dejar de tomar buena nota de la recomendación que aparece en un recuadro destacado: “Rogamos dosificar la defensa de acuerdo con la agresión recibida. Un simple piropo, aunque sea subido de tono, no justifica que mandemos al donjuán al hospital. En último caso, las mujeres contamos con un arma infalible y menos peligrosa: ¡la sonrisa!”. Hecha esta salvedad, que obviamente puede representar la salvación del atacante, pasemos sin achicarnos al “superminicurso práctico de defensa personal femenina, que mediante entrenamiento continuo y metódico puede hacer pasar un mal rato a cualquier eventual agresor, esté armado o no”.

1.- Con el borde exterior de la mano se golpea la sien, los lados del cuello, las clavículas y los riñones.

2.- La mano abierta, las puntas de los tres dedos mayores encogidos en una sola línea, es decir, la mano clásica del karate. Si la ocasión lo requiere, con esta posición se golpean preferentemente los ojos. No hace falta señalar que el complemento natural de este arma son las uñas, con las que se pueden rasguñar ojos y rostro. No se impresionen, recuerden que están ejerciendo legítima defensa.

3.- La base anterior de la palma es un arma eficaz para desmayar si se aplica exactamente en los lugares adecuados: el mentón y la nariz.

4.- Cerrar el puño haciendo sobresalir un poco el nudillo del dedo mayor para dar el puñetazo, arma contundente para el que se atreva a agredirlas. Se golpea dando vuelta el puño como si fuera un tirabuzón. Blancos sugeridos: el rostro en general y el plexo solar.

5.- La maza, es decir, el puño bien cerrado y apretado, ideal para dar en la cara y el plexo solar.

6.- El codo es una superarma para este superminicurso si se la aprende a usar adecuadamente contra el rostro del acometedor, golpeando hacia delante, y contra el hígado, golpeando hacia atrás.

Ya ven ustedes, pequeñas saltamontes, que sin necesidad de recurrir a armas blancas ni de fuego, apenas con unos minutos de ejercitación diaria frente a un maniquí que pueden adquirir en algún sitio de venta de usados, han de salir a la calle seguras y confiadas en vuestras propias habilidades, que bien empleadas valen mucho más que la fuerza usada a tontas y a locas.

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