INUTILíSIMO
Hay cosas que damos por sabidas, incluso que descartamos a veces, sin saber bien de qué estamos hablando. Por ejemplo, un recurso tan práctico y económico como el método (de control de natalidad) de Ogino-Knaus que, como subraya la revista Femirama (tomo VI, 1965), “todas las mujeres han oído algo alguna vez sobre él, pero pocas tienen una idea clara”. Y sin embargo, es un procedimiento sano y seguro, sin efectos secundarios y, otra ventaja no menos importante, admitido por la Iglesia en los casos justificados.
Este método, nos instruye Femirama, se basa en tres principios fisiológicos: la fecha de ovulación, la duración de la fecundidad del óvulo, y la duración de poder fecundador del espermatozoide. Ogino y Knaus no eran una pareja y ni siquiera se conocían: ambos ginecólogos –japonés y austríaco, respectivamente– lograron determinar casi simultáneamente el día del ciclo en que se produce la ovulación: 14 días antes de la menstruación. En consecuencia, como el óvulo una vez expulsado del ovario tiene una vida de 24 horas, si durante ese lapso se impide que se encuentre con el espermatozoide, que dura 48 horas, no se producirá la fecundación. Aunque algunas de las lectoras estén convencidas de lo contrario, “la ley de Ogino-Knaus se puede resumir así: la mujer es fecunda un solo día al mes”, señala la publicación consultada.
El único problemita residiría en establecer con precisión la fecha de ovulación, para lo cual no bastan algunos síntomas de valor relativo. Conviene entonces recurrir a la temperatura base que permite un cálculo seguro y otorga garantías de éxito. Puesto que después de la ovulación se verifica un descenso térmico (de 37 a 36,5 grados), seguido de un aumento de temperatura que dura hasta el comienzo del ciclo siguiente, es suficiente con medir todas las mañanas la temperatura durante unos tres o cuatro meses, marcarla en una gráfica y establecer así el día en que tiene lugar la ovulación. Como no todas las mujeres tienen ciclos regulares, Femirama aconseja ser precavidas y considerar que los días fecundos son cinco (entre el duodécimo y decimosexto antes del período).
La publicación de marras nos advierte, como quedó anotado más arriba, que “la Iglesia admite este sistema de control de natalidad solo si existen motivos válidos y justificados (salud precaria, dificultades económicas muy graves, etcétera). Porque no desear un hijo con el fin de tener más libertad para viajar y divertirse es un acto de egoísmo; negarse por temor al parto es una actitud irracional; y resistirse a la maternidad para poder vivir con mayor desahogo económico es un cálculo mezquino”. Por supuesto, “la Iglesia no ha querido nunca justificar y mucho menos aprobar semejantes motivos”. Quedan ustedes informadas, sobre todo las que creían que sólo los métodos mecánicos o químicos eran mal vistos por el Vaticano.
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