En el lenguaje fashion argentino, en realidad, refiere a eso que -supuestamente– se produce en el público y en el material de que se haya construido la pasarela cada vez que asoma alguna modelo más o menos liviana de ropas. Puede emplearse en diversas modalidades y tonos, pero el must, el non plus ultra de su pronunciación, viene de labios del pionerísimo Roberto Giordano, como pudo verse durante la transmisión del megadesfile marplatense (¿verá algo la gente que se sienta en el fondo?) hace unos días: “¡Qué fuego!”, “¡La pasarela es un fuego!”, “Pasan las chicas... esto es un fuego” (las cursivas, como corresponde, son nuestras, ¿o alguien realmente imagina a Robert hablando en cursivas?). Hasta donde parece, el termómetro giordanesco alcanzó su punto máximo de fueguez con la pasada de una pobre mannequin paraguaya cuyo modelito sólo llegaba a taparle una de las tetas (es la crisis, no alcanza para todo). El diccionario del barrio, dicen por ahí, prefiere llamar a este tipo de ¿encuentros?, ¿shows?, ¿espectáculos familiares? de otra manera, pero eso suena obsceno y acá, ante todo, somos unas chicas finas.
Qué incendio, Roberto.