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Viernes, 12 de noviembre de 2004

MONDO FISHON › ESTE SI

¡Despeinados os os!

El término BoBo define, en francés, a esos señores que, emulando a Mickey Rourke en aquel bodoque supuestamente erótico –en el que todavía se inspiran cientos de comerciales– intitulado 9 semanas y 1/2, se dejan la barba como si la afeitadora les funcionara mal –toodas sabemos que hay un programa para afeitarse así–, dejan ver algo de sus calzones por encima del cinturón, usan campera de cuero para ir a la playa y arrugan la camisa Dolce & Gabbana para que toodas veamos cómo ellos prescinden del prestigio que dan las marcas. Señores que quisieran ser chicos –a lo mejor lo fueron cuando el grunge aún no lloraba la pérdida de Kurt Cobain– y para parecerlo se hacen prolijamente los desprolijos, como si se hubieran puesto la misma ropa del día anterior sin haberse tomado la molestia de no aplastarla debajo del maletín. Porque por supuesto que estos señores usan maletín, y dentro del maletín se acumulan planillas de números nada despreciables para tan despreocupado aspecto. Ellos son empresarios y por eso se pueden dar el lujo de parecer homeless en San Francisco –homeless cool, es decir–. Hasta ahí todo muy bien, cada cual sabe lo que mejor le sienta y de ellos han dado cuenta revistas de género –ya sea Hombres o Para Ti y el abanico en el medio–. Pero lo que no vamos a dejar que pase así como así es esa artera comparación entre el Corcho Rodríguez, Ramiro Agulla, Vicentico y ¡¡Jonnhy Depp!! Esta bien que para dar cuenta de un fenómeno haya que buscar ejemplos vernáculos. Pero todo tiene un límite y si vamos a decir que ese look despeinado es sexy, por favor no nos mezclen la hacienda porque después cualquier vaca gorda pretenderá pasar por toro. Y para eso, ya sabemos, hacen falta atributos.

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