Vie 20.05.2005
las12

MONDO FISHON

Ciencia total

Ya nadie en su sano juicio sería capaz de sostener que en este mundo haya cuerpo digno si no ha sido operado, retocado, refrescado, acomodado, bah, a esa máquina de seducir per-fec-ta que se supone que una debería tener por territorio propio, en lugar de este manojo de arrugas, kilos desubicados y pelos impeinables que somos. Ya lo decía Simone: mujer no se nace, se hace, y sí, está bien, ella lo decía en otro sentido, pero a nosotras nos conviene releerla así, qué tanto. A fin de cuentas, hay que entrar en la modernidad. Pues bien. Acordado que hemos en lo fundamental, pasamos a referirles que el mundo científico al servicio de la belleza (nuestra belleza, nuestra necesidad, nuestra felicidad, bah) acaba de mejorarse a sí mismo: ya no hace falta someterse al bisturí para estar espléndida. Alcanza, apenas, con una firme voluntad y algunos pesos, de acuerdo con la magnitud del cambio que desea una introducir en su vida (no es lo mismo hacerse unos módicos rellenos absorbibles con colágeno humano o bovino que atreverse a una rinoescultura), pero siempre teniendo plena conciencia de los peligros que nos pueden rodear: el botox puede hacer perder el sostén del cuello si es mal aplicado; los rellenos permanentes se llevan mal con las siliconas (o una cosa o la otra, nunca ceder a la gula); el transcelular (abrasión con cristales, exfoliación con succión e ionización...) requiere la prolijidad de someterse a él cada mes; las cintas con vitaminas y minerales reducen contorno corporal siempre y cuando no se aumente de peso (un poco de espíritu de sacrificio, che); y el modelado corporal puede dejar algunos moretones durante una semana. Pero salvo esos detalles, todo espléndido, eh.

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