La escena transcurre en el salón del Sofitel, con vista aérea de Puerto Madero y la carpa de un circo rojo y amarillo, luego de un desayuno con croissants y frutas. Los convocados, en su mayoría diseñadores, observan algunos somnolientos y otros muy concentrados una pantalla que resume las tendencias para el 2007, según la firma textil Santista. Los clásicos reinterpretados, las citas a la biología, el furor del baile de salón, las acciones solidarias, la avanzada del estilo chino, los nuevos lavados que simulan texturas doradas y añejas a la vista y son suaves al tacto. Los pronósticos de moda ya son una modalidad tan instaurada y arbitraria como los ciclos de desfiles y, hacia el final de la exposición, ya cruzando el río color lodo, alguien apunta: “Pasa lo mismo que en los ‘90, la diferencia es que ahora te la cuentan”.

Al día siguiente, la cita a la hora del desayuno transcurre en el hotel Esplendor de Buenos Aires, y luego de posar junto a un cuadro de Evita firmado por la agrupación arty Mondongo, catorce diseñadores recitan de pie el manifiesto de moda d’autor: “Somos un grupo de diseñadores con nombres propios formados en aulas y empresas, propulsores del fenómeno denominado de autor, creemos en el diseño como fuerza creativa y económica. Impulsamos la necesidad de innovar, abriendo nuevos espacios en el mercado de la moda. Atravesamos el desafío de crecer en medio de la crisis con proyectos independientes. Queremos posicionar definitivamente a Buenos Aires como una alternativa competitiva en el calendario de la moda internacional. En nuestra primera acción conjunta, en el marco del Fashion Buenos Aires, nos agrupamos en una pasarela diseñada para expresar nuestra identidad”.

La proclama, firmada y enunciada por el grupo de los catorce (léase Juana de Arco, Hermanos Estebecorena, Mariana Dappiano, FFiocca, Cecilia Gadea, Vero Ivaldi, Vicki Otero, Cora Groppo, Kostume, Pesqueira, Tramando, Nadine Zlotogora, Ramírez y Unmo), si bien deja en claro algunas ausencias –Pourcel, Toledo, Valenzuela y Trosman–, resulta una alianza necesaria e inteligente y fue producto de varios meses de labor y suerte de terapia de grupo de la moda para sobrevivir a los vaivenes de la industria y la economía local, y también establecer lazos al margen de los egos.

Desde el lunes 4 hasta el viernes 8 tuvieron su pasarela –acondicionada por el estudio de arquitectura Plan–, puestas cuidadas, y en el cierre de sus shows lucieron remeras con sus nombres y las de los auspiciantes de la industria textil argentina: Alpargatas, Tn Platex y Balto.

Las marcas y diseñadores ajenos al grupo convocaron, en cambio, a una sala negra austerísima, cual estadio de fútbol, especialmente luego de que el principal sponsor del ciclo de moda, la firma Personal, se retirara del ciclo organizado por el grupo Pampa.

Un recorte de estilos de autores y marcas va en la próxima edición.