“Mis ropas hablan de la paz, la luminosidad y la generosidad”, enunció el diseñador norteamericano Marc Jacobs, responsable de trasladar los recursos de guardarropas de las señoras de la Quinta Avenida a la irreverencia de sus nietas elegantes, desde las bambalinas de su desfile, celebrado el mismísimo 11 de septiembre en Nueva York en el marco de la Semana de la Moda que, en la zona de Bryant Park, suele sumar ochenta presentaciones en pasarela.

Las prendas para la primavera 2007 de Jacobs, de inspiración pacifista, se vieron en un contexto que simulaba praderas de utilería y con modelos que llevaban gorros de baseball combinados con camelias. “Me sentí rara al asistir a un desfile justo hoy”, confesó Winona Ryder, una de las invitadas a la primera fila (además de Sophia Coppola y Zoe Cassavettes) que, aún así, brindó con Jacobs, ataviado para la ocasión con remera de Mickey Mouse.

Otros destacados del calendario, además de los superclásicos norteamericanos (léase Donna Karan, Calvin Klein o, en la nueva camada, Zac Posen), fueron los desfiles de la actriz devenida diseñadora Milla Jovovich, quien junto a su socia Carmen Kass mostró vestidos largos con prints florales y una línea de jeans con cintura alta, y la apuesta de la cantante Gwen Stefani llamada Lamb, que pregona un homenaje al look de Michele Pfeiffer en Scarface y los rescates de estampas étnicas.

La grilla y la selección de estilos favoritos del sitio style.com remite también a los ganadores del reality Fashion Runway conducido por la modelo Heidi Klum (que tuvo tópicos graciosos, tales como “haga ropa de calle con plantas o árboles”), y a una creadora danesa de accesorios con apariencia de estrella de cine mudo llamada Camila Staerk.

Hubo espacio para las pasadas de As four, una asociación de moda que agrupa a creadores de distintos puntos del planeta (la mayoría en guerra) que insisten con su énfasis en desarrollos tecnológicos y argumentos conceptuales, o la exitosa fusión de estilo deportivo entre Yohji Yamamoto y la marca Adidas bautizada Y 3s, que celebró –además– un nuevo contrato hasta 2010.

Las críticas del sitio que agrupa a las revistas del supergrupo Condé Nast se extendieron también a Catherine Malandrina: sobre su línea de trajes sastres y miniskirts proclamaron “es ropa para que las usuarias sean silbadas por los obreros de la construcción”. El anecdotario osciló entre el puritanismo y los excesos: la joven Bush recordó la tragedia desde una fiesta en un piso 52, iluminada y decorada con pececitos dorados para la ocasión. El (poco) sentido común lo aportó la boutique parisina Colette, que mudó su nuevo invento, los bailes de salón, al West Village. Y así fotógrafos y editores de moda aprendieron a bailar en grupo, adoctrinados por coreógrafos traídos de Francia, los pasos rescatados de “Around the World”, el hit de la banda Daft Punk, y todos lucieron remeras con estampas de esqueletos originales de ese célebre clip original de 1997.