EL MEGáFONO
› Por Biblioteca Popular de las Mujeres
En Tandil, el intendente, médico, nos dice que un buen ginecólogo especialista en mamas puede ser director del Hospital Municipal aunque tenga una sentencia firme de seis meses en prisión y custodia durante 2 años por el Patronato de Liberados, en una causa penal de destrozos hacia la casa de su ex mujer. Porque es buen médico y porque apeló dicha sentencia. Un cargo político, que ocupa seguramente por sus conocimientos hospitalarios. Pero, quizá (una remota probabilidad pero probabilidad al fin) porque su pareja es la hija del primer concejal electo del oficialismo y presidente del partido del intendente, médico también.
El también flamante director administrativo del mismo (y único) hospital, es denunciado por violencia física ejercida contra una mujer que era su empleada. Claro que “se trata de un expediente iniciado y aún no hay sentencia firme...” afirma el mismo coro griego que antes recordó la apelación del director médico.
Y por contar una historia más de tantas y que no tiene que ver con médicos, cuando una empleada del municipio denuncia el acoso sexual que ejerce sobre ella otro director municipal, es trasladada.
En Tandil, el intendente nos recibe el 25 de noviembre y nos dice que acuerda con nosotras cuando pedimos una comisaría y un refugio para las mujeres, mayor energía en el abordaje del abuso sexual de niñas o de la explotación sexual que, como en toda ciudad que crece turísticamente, crece. Y que acuerda, incluso, con nuestro enérgico reclamo de que no haya un doble discurso o una doble moral por lo cual ejerzan cargos públicos quienes han cometido un delito contra las mujeres. Pero también dice, fallidamente, en un programa de radio, que él está “en contra de la no violencia a la mujer”. Y el locutor, para ayudarlo, lo corrige al aire porque seguramente no quiso decir eso tan feo. Entonces nosotras, que nos dedicamos a darles lugar a las historias de mujeres que son silenciadas, oprimidas, invisibilizadas, discriminadas, desestimadas, heridas o hasta asesinadas, ante tantos gestos y opiniones serias de autoridades tan fuertes como son los médicos, los directores, los intendentes (y podría seguir la lista...), comentarios que hablan de una manera de entender la “realidad” distinta a la nuestra, miramos hacia arriba del palacio municipal y vemos colgadito a un Papá Noel. Y como ya alguna vez el intendente nos dijo “niñas” en un desayuno político, nos volvemos repentinamente creyentes y pequeñas y hacemos un cartel grandote, grandote, grandote pidiéndole a Santa que no haya más golpeadores ni abusadores en la función pública.
Pero Papá Noel no nos escuchó y como el cartel nos llevó tiempo y esfuerzo, les pedimos lo mismo a los reyes aunque hasta ahora no pasó nada.
Veremos si el conejo de Pascua (¡que la Semana Santa es tan linda en Tandil!) nos da bolilla. Mientras tanto, nos contaron que Mamá Noel, las Reinas Magas y otras hadas y brujas que andan por todos lados, tejen sus redes.
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