EL MEGáFONO
› Por Sergio Moreno
Vale más que un millón de palabras: la foto de Gabriel Corrado tomando por el cuello a su compañera de elenco, Soledad Fandiño, en el suplemento de espectáculos de Clarín del lunes pasado. ¡¡¡Ahhh!!! ¿Cuántas nos quedamos apretando el diario como queriendo sacudir esa imagen tan impunemente naturalizada?¿Cuánto tiempo más consumiremos silenciosamente este tipo de mensajes? La respuesta es: “Poco”, según el defensor del lector Ian Mayes, cabeza de Organization of News Ombudsmen, que acaba de visitar nuestro país. Su misión está en auge: brindan a las audiencias un sitio por donde canalizar su opinión, exigen si hace falta la retractación de los periodistas y, principalmente, intentan reinstalar el debate ético en las redacciones. Es un compromiso moral, por un lado, y un pedido a gritos, por otro, que todos los actores de la comunidad (desde médicos hasta escuelas, desde jueces hasta medios) se involucren para prevenir, escrachar, combatir la violencia. En Francia, el movimiento Perras de Guardia acaba de lanzar una campaña contra la publicidad sexista y recolectan firmas en www.lameute.fr/versions/espagnol/#manifeste. “¡No a las representaciones degradantes, desvalorizantes o deshumanizantes de los seres humanos y de las relaciones entre ellos!”, cita el Manifiesto. Por su parte, el slogan de Juanita la Soltera (la novela de Corrado) dice: “¿Alguna vez conociste una chica difícil de casar?”.
La imagen de mujer a la que los medios nos tienen acostumbrados está fuera de época. Según la investigación Género y comunicación. El lado oscuro de los medios, la mujer está presente poco y nada en las noticias. Cuando es protagonista, aparece como víctima de algún delito.
El próximo 14 de septiembre, Día Latinoamericano de la Imagen de la Mujer en los Medios, habrá tela para cortar. Desde aquí aportaremos, también, otra perla negra de estos días: Chiche Gelblung recostando boca abajo, en un sillón, a su panelista, tocándole la cola mientras señalaba ¡cómo se depila el cavado! La panelista intentó zafar de la humillación, gritó: “Me están mirando mis hij...”. Como si nada, Gelblung se le sentó encima y continuó dando vergüenza ajena. Más vale tener protector hepático a mano: las obviedades ya empiezan a colmar los avisos, de cara al próximo Mundial.
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