EL MEGáFONO
› Por María del Cármen Ifrán *
Con el mayor respeto me dirijo a la opinión pública y a todas las personas de buena voluntad con el fin de contarles de mí y sin ánimo de justificarme por el rol que me ha tocado vivir en esta vida. Ser prostituta no es una elección, no es fácil ni agradable, no es un oficio digno. En realidad, es una opción desesperada para poder sobrevivir en este sistema, “opción” que casi siempre es inducida por quienes se benefician lucrativamente con la explotación de nuestros cuerpos, los conocidos proxenetas, con o sin uniformes. No, no es fácil, porque a esto hay que sumarle la indiferencia y/o reprobación de la sociedad que, entre otras cosas, nos obliga a ser hipócritas y ocultar cómo nos ganamos la vida, porque no suma méritos declararse prostituta.
Pero somos parte de esta sociedad y, como tantos otros, soportamos las políticas de los distintos gobiernos de turno, que no nos brindan oportunidades de empleo, formación, capacitación, vivienda, etc., empujándonos así al camino de la marginación. Señalar a quien toma esta “opción” sin enmarcar al individuo en el conjunto es olvidarse del ser humano que con sus defectos y virtudes, fortalezas y debilidades, vive, sueña y lucha por un cambio positivo en el plano personal, y por un país con oportunidades para todos. Me hice consciente de ello y, por salir a reclamar por mis derechos, encontré como toda respuesta la cárcel.
Me considero rehén y víctima del Estado por partida doble: primero, por no poder elegir; segundo, por no resignarme a salir de la calle y tener un futuro distinto. Les pido que comprendan que los años pasan, la vejez se abalanza sobre mí, los sueños se me frustran y las oportunidades se me acortan a diario. Me resisto a dejar una herencia de hijos y nietos sin educación y mal alimentados, privados del cariño que aún tengo para brindarles. Soporté todo este avasallamiento y mantengo aún mi brasita de esperanza para revertir la situación, y espero que ésta se transforme en una hoguera para acercarle el calor necesario a todos mis seres queridos, y recuperar junto a ellos la fe en un verdadero cambio para los que habitamos este país, que así como me ha brindado también me ha quitado cosas. Sólo pido la comprensión y el apoyo de todas/os para enfrentar el juicio oral y público del próximo 3 de octubre. Sé que estaré acompañada por todas/os las/os que defienden las libertades democráticas.
* Presa tras los incidentes en la Legislatura de la Ciudad de Buenos Aires. Detenida el 16 de julio de 2004, por 14 meses.
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