EL MEGáFONO
› Por Espacio Apostasia Colectiva *
“La Iglesia debe modernizarse” fue el eslogan de la feligresía progresista luego de la sanción de la ley de matrimonio igualitario. La llamada de monseñor Bergoglio a una guerra de Dios contra los casamientos entre personas del mismo género y las severas sanciones que recibió el cura disidente Nicolás Alessio fueron las gotas que colmaron el vaso. Una cosa es practicar una religión. Otra muy distinta es soportar en silencio los caprichos de la jerarquía más ofensiva de los últimos tiempos.
Sin embargo, las protestas que puedan hacer los miembros de dicha institución religiosa nos resultan muy lejanas a quienes ya no pertenecemos a ella. A nosotrxs nos surge otro imperativo: la Iglesia debe cumplir y respetar las leyes argentinas, acepte o no el saludable camino de la modernización.
Debe dejar de insultar a quienes no eligen/elegimos formar familias nucleares ni practicar la heterosexualidad, debe abstenerse de promover el odio y la discriminación, debe denunciar los abusos delictivos que comete la curia y debe renunciar a la tentación de dictar normas morales para toda la sociedad.
La Iglesia está obligada, también, a respetar los contenidos mínimos de la Educación Sexual Integral en las escuelas confesionales, así como no puede impedir el acceso a la salud sexual ni el derecho parcial al aborto que el Código Penal hoy nos garantiza en su artículo 86.
Tampoco puede obstaculizar el derecho de desafilización (apostasía) expresado en ley de H beas Data, pues cualquier persona puede elegir las instituciones de las que acepta ser parte. La Iglesia, entonces, debe eliminar de los registros bautismales a quienes hemos solicitado la baja formal de sus filas.
Los diferentes cultos de nuestro país tienen derecho a expresar sus opiniones, pero no a pretender imponerlas a toda la sociedad. Saludamos, por eso, el deseo laicista que se expresó, con más fuerza que de costumbre, en las últimas semanas. Ese deseo que se fermentaba desde hacía tiempo en distintos sectores de la sociedad civil (feministas, movimiento de mujeres, LGBT, atexs, practicantes de otros cultos, entre otros).
Las terribles presiones de la Iglesia Católica sobre cualquier legislador/a que no fuera del Opus Dei hicieron que se escuchara hasta en los escaños parlamentarios las denuncias de un lobby fuera de los carriles democráticos. Por eso, nos animamos a decir que quien levante como bandera la separación efectiva de la Iglesia y el Estado se encontrará en el camino con un gran caudal de aliadxs.
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