Vie 05.08.2005
las12

A MANO ALZADA

Velos y desvelos de novela

(eslabones de una cadena por la que trepa y se descuelga el deseo)

› Por María Moreno

Sexualidades en disputa. Homosexualidades, literatura y medios de comunicación en América latina, de Daniel Balderston y José Quiroga, es un título muy largo pero explícito, aunque nos guste más el glamoroso título que aparece en uno de sus capítulos: Abriendo las venas gay de América latina. Se trata de un libro de crítica, con apariencia de muestrario exhaustivo, editado por Libros del Rojas, donde los autores no dejan, como se hace a menudo en trabajos similares, la literatura que tematiza el amor entre mujeres en el pie de página. Casi como una parodia de las cadenas filiatorias que la crítica establece entre Borges y Arlt, Balderston y Quiroga establecen una genealogía a partir de El beso de la mujer araña de Manuel Puig para el deseo de hombre a hombre, y En breve cárcel de Sylvia Molloy para el deseo de mujer a mujer. Más que genealogía, que remite a paternidad y padrinazgos, me gustaría inventar para la relación que establecen los autores entre El beso de la mujer araña y las posteriores El lobo, el bosque y el hombre nuevo de Senel Paz, Tengo miedo, torero de Pedro Lemebel y La más maravillosa música de Osvaldo Bazán –diferentes tramas desplegadas entre política y sexualidad, y otra sexualidad–, la condición de “tiasgo”, defendida por Néstor Perlongher para definir la relación entre el cliente fijo y el miché, donde la igualdad establecida por la transacción permite el excedente de la complicidad, la protección y el ademán pedagógico. Pensemos al tío, no como el que paga sino como el que facilita el circuito del deseo sin la máscara del pasaje a la virilidad impuesta por el padre, el que permanece un poco al sesgo de la institución familiar desde el pato Donald hasta Isidoro Cañones. Como sobrina de En breve cárcel, Balderston y Quiroga sitúan El círculo imperfecto de Alicia Plante, algo así como la grafía de una voz, o mejor dicho, un retrato a cuatro voces de mujeres. Ana, Lola, Remi y Miranda no son personajes –aunque también lo son– sino posiciones ante la Otra, no como las de un tablero de ajedrez donde hay un remate –y la incompleta figura del círculo impide que lo haya–, ni a la manera militar donde la tierra a ocupar está fija en el mapa, porque el objeto amoroso se desplaza y adopta diferentes máscaras. Aquí es preciso recordar la provocativa afirmación de Néstor Perlongher, citada en la página 78 y perteneciente a su artículo El fin de la homosexualidad: “La femenina, bien valga aclararlo, continúa en cierto modo su crecimiento y extensión, pero en un sentido al parecer más de corporación de mujeres que de desbarajuste dionisíaco”. En el momento en que Perlon-gher anuncia la disolución de la homosexualidad masculina en la vida social y el declive de la orgía y de las fiestas proponiendo “abandonemos el cuerpo personal. Se trata ahora de salir de sí”, parece reivindicar esa orgía y esa fiesta precisamente en el lugar donde ésta brillaría por su ausencia en calidad de “desbarajuste dionisíaco”. Lo que Perlongher observa como corporaciones de mujeres parece aludir a la tradición lesbo-literaria que se originó en el París modernista bajo la forma de alianza entre editoras, libreras y escritoras unidas, además de la producción, por el amor. Es evidente que las lesbianas no han logrado el suficiente capital en sus producciones ni para sus producciones como para temer el conflicto entre militancia y mercado como los gays. En charla personal, Néstor Perlongher corrigió su expresión “corporaciones” por la de “yire sedentario”. Tanto En breve cárcel como El círculo imperfecto ponen en escena esa circulación de deseo donde los celos invisten de amor a la rival y se descubre la fuerza erótica de la amiga de la amiga. No se trata, en efecto, de un desbarajuste dionisíaco sino de una circulación yámbica. Yambo era la diosa mitológica de vagina riente que, a su vez, hizo reír a Deméter, y entre cuyos labios inferiores asomaba la cara de Dionisios niño.

Existen objeciones a un proyecto como el de Sexualidades en disputa... y son las de la gauche de la gauche de la gauche divine, si algo así funciona también en el universo gay que no es un universal. Muchos críticos y autores se niegan a poner el énfasis en la homosexualidad, pensándola como una parte en un todo y no como algo que marca la obra en sí misma. Pero esa tensión también está explícita en el libro. Balderston y Quiroga explican que existen pocas antologías en América latina en las cuales los autores hayan estado de acuerdo en aparecer como miembros de un circuito gay y que ésta no es necesariamente una cuestión de permanecer en el closet sino una resistencia al mercado de la identidad y sus equívocos.

Las lectoras deseosas pueden rastrear en este libro adorables eslabones carnales del continuum lesbiano como Teresa de la Parra, Lidia Cabrera y Emma Barrandeguy.

Sexualidades en disputa... diferencia críticamente la existencia de un mercado gay-lésbico de las identidades de una comunidad gay y lésbica de lectores capaz de construir a sus autores en la complicidad para perseguir las cinco letras de DESEO.

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