URBANIDADES
› Por Marta Dillon
Hay situaciones que pueden dejarla a una sin palabras. Cualquiera puede reconocer esa impotencia que genera que ellas, las palabras, acudan en dulce montón cuando ya han perdido su gracia, reclamando a destiempo su lugar en una charla terminada, una discusión para colmo de males, una humillación que no se supo contestar. Las segundas oportunidades son esquivas; y además, para qué. No alcanza con el sentido, también es necesario el momento adecuado para que éste se configure. Como el amor, la comunicación exige que el tiempo conspire a favor de las partes.
De todos modos, hay palabras que pugnan por salir más allá de que la oportunidad les abra la puerta. Hace días, por ejemplo, que pienso de qué modo traducir lo que no fue dicho en el momento en que me confirmaron que estaba despedida en mi trabajo en la Radio Ciudad, la radio pública de la ciudad de Buenos Aires. No es un buen momento para ponerse sagaz cuando te anuncian, justamente, que llegó la hora del silencio, del silencio de radio. Tampoco había mucho que decir. Salvo por un detalle: para justificar su decisión, el director de la radio dijo a boca de jarro que, en fin, no había dinero para afrontar los contratos porque el Poder Ejecutivo de la ciudad había usado a su arbitrio un millón de pesos correspondientes al presupuesto de la radio que serían devueltos cuando la actual gestión ganara las elecciones. Como ya sabemos, la “gestión Telerman” no ganó ni el segundo puesto, ergo no hay dinero de vuelta, ergo ese dinero se gastó en vano, supongo, o en campaña, lo más probable.
No puedo entrecomillar las palabras del director de la radio, no las grabé y podría equivocarme en alguna interjección u otro detalle. Sin embargo, tengo la sensación similar a una cosquilla en los labios de que esto debe ser dicho. No soy la única que lo escuchó, a otras personas igualmente despedidas el director les habló de 500 mil pesos en lugar de un millón; no sé si como parte de una estrategia para confundir o porque con el correr de los días y de tanto repetir lo mismo necesitara él generar un efecto en quien escuchaba, en casi todos los casos, que a mitad de año se cuenta con un trabajo menos. Lo que debería haber dicho yo en ese momento, creo, es qué impunidad ¿verdad?; qué pachorra para contar un hecho de corrupción, qué poco representa la transparencia para esta gestión que tan bien supo venderse frente a cámara. No lo dije, lo digo ahora.
De todos modos, Jorge Telerman es pasado. Y es evidente que lo saben quienes apostaron a él y ya planean u organizan la transición. La Radio de la Ciudad es un ejemplo de lo que muchos y muchas avizoran como futuro próximo. En esta semana, mujeres de diversos sectores y de profesiones y ocupaciones también diversas hicieron oír su voz –“por nuestros derechos decimos no a la derecha”, dijo un grupo variopinto el último miércoles en el que figuran funcionarias, legisladoras e intelectuales o “Nosotras las mujeres votamos a favor de nuestros derechos”, fue una solicitada que se dio a conocer el mismo día– como pudieron, poniendo en primer plano lo que se ha conseguido en el ámbito de la ciudad hasta ahora y lo que podría perderse, atentas a la trayectoria y la coherencia de los legisladores y legisladoras que siguen a Mauricio Macri. Casi al mismo tiempo, en Radio del Plata, Gabriela Michetti adjudicaba a su partido que la Ley de Educación Sexual fuera un hecho, obviando cuántas zancadillas se le hizo a esa ley desde sus compañeros de bancada. Igualdad de oportunidades y trato entre varones y mujeres, Salud reproductiva y procreación responsable, Educación sexual, Creación del registro de deudores morosos alimentarios, Unión civil, Prevención y Asistencia a las Víctimas de Violencia Familiar y Doméstica son normas que la Legislatura de la Ciudad ha promulgado con profundos debates y siempre esquivando los palos del Pro, aun cuando se diga que simplemente en estos casos se deja a los legisladores y legisladoras libertad de conciencia. El futuro es negro, sí, pero, amén de votar el próximo domingo, habrá una tarea más ardua en adelante que es la de no callar, la de seguir reclamando, la de proteger la identidad de una ciudad que en los últimos años se ha jactado frente al mundo por las libertades conseguidas.
Quienes votaron a Macri en primera vuelta, se supone según encuestas y sondeos, votaron pensando en su vida cotidiana. En los baches, la seguridad, las inundaciones en los barrios, etc. Del otro lado, del lado del progresismo, tal vez se menospreció la vida cotidiana, ese ámbito donde justamente se fragua lo político. Los temas de género, su problemática, ponen la cuña justo ahí, en ese cruce entre lo personal y lo político que modela desde relaciones hasta formas de entender al otro o a la otra, la base de la convivencia. Esos temas, pareciera, son los que ahora estarían amenazados por la derecha. Pero la derecha no es tonta y si Michetti se apropia de la Ley de Educación Sexual es porque de alguna manera en ese momento entendió el Pro que mejor enmascararse que seguir mostrando su costado más conservador. Y el resultado fue bueno; para ellos. Para el resto, se verá. Por ahora es posible ver a las claras parte de lo que se trata la transición, al menos en la Radio de la Ciudad: de dos programas dedicados a la temática de género –está en la Constitución porteña promover la igualdad y la radio pública no escapa a la norma– quedaría uno, reducido en una hora y con el mandato de pasar música. Dos columnistas que trataban en exclusiva estos temas fueron despedidas. Los espacios ganados se perdieron; ¿será que el futuro ya llegó?
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