CLASIFICADOS
› Por Roxana Sandá
Fifí busca figuritas
para favorecer fonda
afincada en Fuerte Madero
fiambres finos
féminas fogosas
no fumadoras pero fulgurantes
futuras felinas famosas
frutas frondosas
flores de fango
felices por la farra
formadas para farabutes de farol
forrados en billetes
fin.
(Tango, anónimo.)
¡Sí! El hombre de blanco, el cowboy de medianoche del Tercer Mundo, el pelado menos famoso y más adinerado ¡busca mujeres! No las quiere puras ni blancas, sólo impecables, que para níveo está él. Dicen que su grupo (porque tiene un group, un propperties y la mar de anglicismos empresarios) anda a la pesca de muchachas con ganas de servir al hotel. Al de Faena, a cuál otro va a ser, favor de Dios. La buena noticia es que ofrecen un clima laboral muy cool, cosa que a “ellos” (los group en cuestión) les parece paga suficiente para cualquier mortal que pise ese ladrillerío de Puerto Madero, que diseñó Philippe Starck. La mala es que sólo buscan mujeres para el verano (trabajo temporario, precarización laboral y todos esos emprendimientos golondrina, que les dicen). Requisitos: modelos o promotoras (entiéndase por estas últimas a las que aparecen en cámara en los eventos deportivos con gorritos que promocionan yerbas o empresas de seguros), manejo de inglés y la obviedad de todas las obviedades: atentti con las medidas corporales y la estatura, que en estos sitios no gustan las mujeres (ni los hombres, para qué vamos a mentir) excedidos en anatomía y cortos de esbeltez. Pero qué no estarán dispuestas a hacer las elegidas F., con tal de que en algún vestíbulo Charly las acaricie con esas uñas de esmalte saltado y el Flaco las ilumine con su poesía (justo él, que vino a llenar de luz este mundo gris). O quiera Dios que algún turista adinerado las llene de gracia y de euros, que eso también purifica y da esplendor. Eso sí, chicas, si obtienen el puesto y antes de que se la pongan, no se duerman en los laureles y vayan sabiendo (como lo supo santa Brédice en su momento) con qué buey aran, porque el Alan, como dice el tango, en su inconstancia loca puede arrebatarlas de su boca “como un pucho que se tira cuando ya ni sabor ni aroma da”.
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