VISTO Y LEíDO
› Por Liliana Viola
El degollador de Hyde Park
Anne Perry
La constancia del crimen obliga a autores y autoras del género policial a tener muy bien dispuesto el sentido del humor. Y la reiteración del crimen los predispone a conservar a sus detectives para varias ocasiones. Otro rasgo en común, en especial cuando de Inglaterra viene la trama, es que suelen tener ellos mismos una vida sembrada de misterios. Anne Perry cumple con las tres cosas. De ella se sabe poco y lo poco que se sabe, construye un personaje sospechoso. Vive en el norte de Escocia con muchos gatos y un solo perro. La casa queda bastante cerca de la de su madre. Estuvo pupila en un colegio muy estricto, se hizo mormona y jamás se ha casado. Cuando se estrenó la película Criaturas celestiales basada en un texto suyo, la prensa deslizó la hipótesis de que la misma Perry era una de las dos jóvenes homicidas.
Esta es una de las más recientes novelas de la saga del detective Pitt. Aquí, Perry no sólo conserva a este personaje que ya ha andado por casi todos los barrios de Londres (para cada entrega elige un barrio distinto); también el sentido del humor negro, y además la armonía de la institución matrimonial. Porque si bien es el pobre, tímido y apocado policía inspector el encargado de resolver el misterio del degollador de Hyde Park, será, como siempre, su esposa Charlotte, junto con la ayuda de su hermana Emily –ambas agraciadas por una familia aristocrática venida a menos–, la que encuentre las pistas clave y resuelva el enigma.
El mayor interés de los relatos de Perry reside en sus personajes femeninos, con cuyos nombres rinde homenaje a las hermanas Brontë y a la época victoriana que ha decidido recrear en toda su serie (Pitt y su mujer se conocieron a raíz del asesinato de la hermana de ella, Sarah, en la primera novela de la serie). Deliberadamente, y con obsesión casi inverosímil, las mujeres reflexionan sobre su relación con los hombres, sobre cuestiones de orgullo y prejuicio, sobre la libertad sexual, el derecho al voto, los trucos para conservar maridos, para sacárselos de encima. En este caso particular, ambas están atormentadas porque su madre viuda se ha enamorado de un hombre más joven. ¿Cuidar el qué dirán o permitir que la señora viva los últimos años como ella desea? Mientras varias víctimas pierden la cabeza, las damitas resuelven vida privada y escándalo público. Menos enigmática que simpática, la vida cotidiana de una época, que nunca termina de irse del todo, aparece recreada aquí con mucha gracia.
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