Viernes, 13 de julio de 2007 | Hoy
VISTO Y LEíDO
Por Liliana Viola
Sabores que matan
Comidas y bebidas en el género negro
Raquel Rosemberg
Paidós (Diagonales)
200 páginas
¡Dime lo que comes! Esta exclamación, que lleva en sí la promesa de develar pasado y destino del comensal, se ha instalado con todo su carácter premonitorio bajo el imperio de la vida sana o de la tan difundida “vida de calidad”. A tal punto que cada vez resultan más obligatorias las lecturas sobre calorías, ingredientes, recetas, etc., para determinar los rasgos de una personalidad que puede responder a los fenotipos de lo inoxidable o de la chatarra. Comida standard o apertura étnica son algunas de las claves que podrían leerse hoy en “la borra de los platos”.
Si con pasión gastronómica miráramos al mundo, se podrían leer, por ejemplo, los acontecimientos que inspiraron A sangre fría de Truman Capote como un extenso y revelador menú. Y nos podría resultar interesante enterarnos de cómo la religiosa familia asesinada preparaba el pavo para el Día de Acción de Gracias que no llegó a degustar, qué fue lo que comieron los asesinos en un bolichón de pueblo antes de dar el golpe, cuál era la comida favorita del mismo Capote —receta incluida—, cuál fue el plato que eligieron los condenados para su última cena.
Exactamente esto es lo que hace Raquel Rosemberg en el capítulo que abre este original y entretenido trabajo sobre los misterios alimentarios de varios detectives. No falta el abiertamente glotón Pepe Carvalho, pero tampoco los protagonistas de la serie negra norteamericana, como Philip Marlowe, ni los legendarios Hercules Poirot o Sherlock Holmes. La propuesta que combina sentido del humor, una interesante colección de recetas y un toque culto a la hora de acompañar con libros las comidas, describe qué comían personajes y escritores, qué bebían, cuáles eran sus más íntimas preferencias o desagrados para deducir señas de identidad, pertenencia cultural, condición social y estilos de vida.
Incluye un poético y misterioso derrotero de una tal Margaux, que si no es el personaje que deambulaba en los tangos, tiene el don de llevar a la muerte a sus enamorados. Margaux es el nombre de uno de los vinos más representativos de Francia. En los años ’70, la multinacional National Distillers quiere comprarlo, pero el gobierno francés paraliza la operación bajo el argumento de que sería un expolio del patrimonio nacional. La autora no sólo agrega este tipo de información sino que incluye entre su cadena de sabores el gusto por fumar de muchos personajes, hábitos y secretos. Valiente decisión en estos tiempos sin humo.
“No hay amor más sincero que el amor a la comida”, decía Bernard Shaw, y este simpático libro tira algo de leña a ese fuego.
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