Vie 27.07.2007
las12

VISTO Y LEíDO

Misterio a la hora del té

› Por Liliana Viola

Alexander McCall Smith
La primera detective de Botswana
Editorial Umbriel
226 páginas

Los hombres son incorregibles en todas partes, vayas donde vayas. Botswana, aunque las mujeres sean vistas aún como material de descarte y apoyo familiar, es el mejor lugar en el mundo para vivir alegre –gracias también a los antidepresivos que llegan desde Occidente y a las minas de diamantes que por ahora no se agotan–. Además, ante cualquier dilema allí estará Mma Ramotswe, la primera y única detective mujer de su país, dispuesta a servir una tacita de té, escuchar al atormentado cliente –casi siempre esposas engañadas– y poner a su servicio el sentido común, el don de gentes y unos métodos nada ortodoxos para resolver el caso, o en su defecto, devolver la inversión.

Luego de leer esta novela, las tres premisas anteriores resultan convincentes, sobre todo las dos últimas. Porque más que un policial propiamente dicho, este libro –en realidad la saga completa de esta detective gorda, bondadosa y operativa que ya va por el número 5– funciona como un folleto de viajes. Habrá que visitar el paraíso que es Botswana, espacio privilegiado en medio de Africa, que dejó de ser protectorado británico en 1966 y mantiene su identidad a su manera.

Sin grandes pretensiones, el narrador va cambiando de lugar y las voces pueden ser las del padre minero y adorable que deja su legado, la amiga, el pretendiente o la misma señora detective que con orgullo e ironía despliega detalles de su tierra y sus costumbres.

Alexander McCall Smith vivió parte de su infancia en Africa y a ella retorna con estos episodios que convierten el chusmerío de los pueblos, la ridiculización del machismo –a veces vuelve la sombra de un marido golpeador que la abandonó apenas murió su bebé recién nacido– en materia de un policial costumbrista y risueño, donde la exposición de los casos raramente dure más de dos páginas y suelen resolverse en menos.

El encanto está en la digresión y en la caricatura de este mundo caótico y a los ojos de un Occidente cansado, algo mejor y más puro.

La misma detective desalienta a quienes ingresen en busca de suspenso, violencia o crimen: “La mayor parte del tiempo ayudamos a gente a descubrir cosas que ya saben”.

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