Guadalupe Nettel
Pétalos
y otras historias incómodas
Editorial Anagrama
140 páginas

Una línea de parentesco induce a leer de corrido, como escenas hermanas, los seis relatos breves de este libro. Seis cuadros de una exposición del “caso extraño”, cuentos marcados por la misma enfermedad hereditaria: monstruosidad por fragmentación. Un fotógrafo que trabaja para un cirujano plástico tomando las fotos del antes y el después de las cirugías reparadoras de ojos encuentra en una chica de párpados caídos, que llega para operarse, su objeto de deseo. El amor puede ser eso, dicen estos textos de la joven autora mexicana: el hallazgo de la perfección en lo defectuoso. Pero el amor es tan efímero y fragmentario como los parpadeos, como los pétalos.

Una mujer que mira la vida de su vecino desde la ventana, un hombre que descubre el deterioro de su matrimonio luego de observar obsesivamente el comportamiento de las diferentes especies de plantas en el Botánico (el cactus y la enredadera no forman una buena pareja, suena convincente después de leer “Bonsai”), un ser que recorre la ciudad olfateando inodoros de mujeres y que encuentra en uno de ellos la pista de una que le interesa.

Los narradores, hombres y mujeres de estos cuentos, tienen en común esa mirada rara que lleva al extremo la fragmentación inevitable de todo mirar. Como consecuencia, el solipsismo, porque ante la más mínima oportunidad de ver el todo, el interés se desvanece. La mirada que descubre la belleza del monstruo no está dispuesta a negociar: o una parte o nada.

Los lazos de sangre entre estas historias ya aparecen en los epígrafes que presentan el libro: “Estamos condenados a encontrar solo migajas” dice Julio Ramón Ribeyro, y “la belleza del monstruo consiste en no darse cuenta”, dice Mario Bellatin.

Desconcertantes y bellos, los cuentos de Nettel reivindican a la incomodidad como cláusula principal de un pacto de lectura.