VISTO Y LEíDO
Como parte de los festejos del Bicentenario, Las Juanas editoras aportó un libro de historietas –con un excelente prólogo de Dora Barrancos– para hacer visibles a esas protagonistas que construyeron la patria y que casi siempre quedan ocultas en los discursos hegemónicos.
› Por Sonia Tessa
Algunos nombres son conocidos, otros ni siquiera resuenan. Paula Eguiluz, Micaela Bastidas, Juana Azurduy, Martina Chapanay, Virginia Bolten y Julieta Lanteri son algunas de las muchas protagonistas del libro La Patria también es Mujer, publicado por Las Juanas editoras. Están presentes, por supuesto, Eva Perón y gestas colectivas como las Madres de Plaza de Mayo o las piqueteras de Cutral-Có. También se cuenta la historia de mujeres de Latinoamérica, definida por las responsables del libro como Patria Grande. Las hermanas Mirabal y Violeta Parra, entre otras. Cada una tiene su historieta, una forma sensible de dar cuenta del pasado. No es un libro teórico sobre la historia de las mujeres, pero tiene un prólogo de lujo de Dora Barrancos. La intención de la coordinadora, Gabriela Sosa, fue descorrer el velo sobre las mujeres que dieron forma a la tan mentada identidad que tanto se debatió durante el Bicentenario de la Revolución de Mayo. En esos días se habló mucho, demasiado, de los hombres que la forjaron, de los padres de la patria. Pero casi no se mencionó a las mujeres que fueron parte de esa historia. La operación no es nueva: las mujeres son invisibles, la historia lleva la firma de ellos.
La idea le retumbaba a Gabriela Sosa en la cabeza desde hace muchos meses. Y fue mucho más allá de una publicación de circunstancias. Convocó al presidente de la Asociación de Dibujantes de Rosario, Sergio López Castillo, conocido como Cheché, para coordinar la publicación con historietistas de todo el país. Algunas viñetas son memorables, como la que El Tomi dedica a las Madres de Plaza de Mayo, o la del mismo Cheché, que traza una línea histórica entre la primera mujer, Lucy, y –otra vez, cómo no– las Madres. “Simplemente se pusieron de pie, tomaron sus hijos, y empezaron a andar, para no parar jamás”, es el texto de la historieta. La transcripción, por supuesto, mezquina el efecto artístico que provoca el dibujo.
Desde el capítulo uno, Tierra y Maíz, hasta el último, Diversidades, el esquema es similar: cada uno de los ocho capítulos de la primera parte abre con ilustración de Max Cachimba, una introducción que convoca a diferentes autores, desde Hugo Chumbita hasta Cecilia Merchán (la suya pertenece a “Pan y trabajo”, destinado a las piqueteras). Luego, la historieta, y posteriormente, una breve reseña sobre los temas o protagonistas elegidos. Los pasajes latinoamericanos convocan nombres de todos los países, desde Elisa Lynch, de Paraguay, hasta las soldaderas zapatistas de México. El libro, de formato grande, con tamaño de hoja A4, más adecuado para la historieta, no se confunde con una revista. Al final, de yapa, distintos artistas plásticos dibujaron su propio billete de 100 pesos con la cara de Juana Azurduy reemplazando al presidente Julio A. Roca, una modificación que constituye una bandera política de Las Juanas.
¿Por qué la publicación no sólo es oportuna sino también necesaria? “A la movilización por los derechos colectivos, miles de mujeres han sumado demandas de reconocimientos como sujetos, han extendido el reclamo por lo que se les adeuda como mujeres. Nuestra sociedad se debe todavía una gran faena para igualar a los géneros, y confío en que este libro, sus textos e imágenes, sean una contribución a ese gran objetivo”, dice Barrancos desde el prólogo.
Sentada a la mesa de un bar, Gabriela Sosa cuenta que el desafío era triple. “Queríamos contar a las mujeres en la historia y eso significaba un trabajo historiográfico grande, porque no hay mucho escrito. Y queríamos hacerlo desde la línea alternativa de la Patria Grande, para eso teníamos el antecedente del trabajo de la Cátedra Juana Azurduy. Además, planteamos un recurso naturalmente transformador, como es la historieta”, dijo la referente de Las Juanas en Rosario. Por su parte, Cheché aporta: “Confluimos porque era interesante lo que ella planteaba y permitía convocar a dibujantes de todo el país”. Varias mujeres respondieron, como Celina Negri, que hizo la historieta sobre Micaela Bastidas; Silvia Lenardón y Florencia Balestra, que dibujaron en Diversidades. “Manos ajadas, tersas, pequeñas, grandes manos, sembraron, empuñaron sables y fusiles, tejieron, contaron cuentos, revolvieron ollas gigantes con orgullo y valentía. Cuerpos endemoniados, llenos de furia y amor sosteniendo el estandarte por la libertad de nuestros pueblos. Esos son los caminos que recorrimos en este trabajo colectivo y federal. A 200 años de la Revolución de Mayo, las mujeres somos parte de la historia a la que todavía le falta mucho por escribir”, dice el prólogo, también colectivo, de Las Juanas.
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