LA VENTA EN LOS OJOS
› Por Luciana Peker
Había una vez un cuento con una niña buena y una villana. La buena, era salvada por un príncipe y su vida, antes fea, pasaba a ser linda. La buena ganaba, la mala perdía y colorín colorado ese cuento se ha acabado. Pero ahora parece que lo que se ha acabado es el cuento mismo. Tanto, que ya existen unos cuentos de Disney que se abren de un lado con el cuento tradicional y del otro se abre otra historia –siempre hay otra historia– que no la escriben las que ganaron, sino las perdedoras –remixadas como villanas reivindicadas– y, ahí empezamos a descubrir que la malvada se equivocó de manzana pero no fue a propósito o que Cenicienta no era tan buena como se creía ni su madrastra tan mala como los cuentos nos han contado.
La propuesta de que haya, por lo menos, dos miradas de la historia parece, en principio, una versión interesante de que la vida no es un cuento con una sola pluma. Y que, al mismo tiempo, no hay sólo mujeres cándidas, dulces, longilíneas, bondadosas, solidarias y frágiles. Sino que hay mujeres que pueden ser buenas o malas e, incluso buenas y malas. Por eso, esta reivindicación a las primeras malditas –que ya se viene haciendo en cuentos infantiles y que ahora se plasma en la nueva colección de Ona Sáez– parece un aporte para ponerse la camiseta de que son muchas las mujeres –incluso calculadoras, no santas o sedientas de poder– posibles.
En el verano, la marca Ona, tras un acuerdo con Disney, lanzó una línea de estampas de princesas. En cambio, en otoño (¿una temporada mejor para el negro, ¿no?) presentó la serie sobre villanas en donde se animó a reivindicar a Ursula, Cruella, Reina Malvada y Maléfica –sus tarjetas de presentación lo dicen todo–, las contraprotagonistas de 101 Dalmatas, Blancanieves, La Sirenita y La Bella Durmiente. Es cierto que en un enero las mujeres podemos ser enamoradizas como La Sirenita o cándidas como un hada de Peter Pan y que si nos sacan el trabajo o tenemos ganas de dar pelea podemos sacar garras de Cruellas. Es cierto, o puede ser cierto. Y no está mal. Aunque, tal vez, el miedito sea que las mujeres –por ahora– sólo sepamos salir del trono-jaula de princesas domadas afilando uñas, gritando risas o rabias fuertes, subiendo los cuellos y ahuecando los oídos. Mañas de Cruellas que se ven a menudo en esta nueva historia de las mujeres del Siglo XXI, en el que abundan, cómo no decirlo, las villanas. En fin... alguna primavera tal vez no traiga sólo villanas vs princesas. Pero esa historia tiene más de dos tapas y, parece, que todavía no está escrita.
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