Vie 07.12.2007
las12

LA VENTA EN LOS OJOS

Para quedarse helada

Los crímenes no son una virtud. No es un derroche de pasión –esa palabra que palpita deseo y vida, vida y derroche– la muerte. Los diarios, los medios, la tele, la radio siguen diciéndoles crímenes pasionales a esos crímenes en donde la policía no encuentra objetos robados. Pero no es sólo corrección política –esa frase que incita acuerdos de lazos más generosos entre varones y mujeres, pero que también, a veces, fastidia o exige o moldea por exceso– sino plena justicia, de vida y de lenguaje, que los femicidios dejen de llamarse crímenes pasionales –dejen de robarse a la pasión– y puedan condenarse por crímenes de mujeres. No es santo el lenguaje que dice en la calle “te mataría” cuando quiere decir –cuando un hombre dice– que tendría sexo con una mujer. Tampoco es –al menos– casual que una mujer diga –o muchas digamos– “me muero” cuando un orgasmo parece terminar con la respiración que agita la vida, aunque en realidad no mate, sino que renazca. Ni es azaroso que se exclame “para morirse” cuando un hombre o una porción de mousse –hay qué ver que deseo es hoy más pecaminoso para una boca de mujer– son del todo apetecibles.

“Están de muerte”, aunque suene fuerte y un poquitico lejano, también parece querer decir que algo –un objeto deseado– está lindo. Sin embargo, que una casa de zapatos use –ya no silbe, como las palabras que rozan en la calle– sino que implemente una campaña de publicidad con el eslogan “Están de muerte” es más fuerte, tanto como la estrategia de justificar el deseo de consumo en la sed de muerte, en un deseo final, frío, lejano. En el famoso último deseo –que, tal vez, marketineramente justifica hundir los pies día a día– con tal de pagar un par de zapatos caros.

Pero mucho más allá del filo del marketing está utilizar fotos de pies de mujeres simuladamente muertas, congeladas, etiquetadas en la morgue para lucir zapatos, como hizo la marca MD, en El Salvador y Guatemala. No es impacto. Es congelar la fantasía de mujeres objeto en un instante en que el objeto ya ni siquiera existe. Es glamourizar la muerte femenina –precoz, no natural– que, mayoritariamente, es, antes de tiempo, por violencia de género y, si no por cáncer, o infarto o suicidio o accidente de tránsito (también con sus connotaciones de género).

La Organización de Mujeres Salvadoreñas por la Paz (Ormusa) criticó: “La publicidad difunde ideas sexistas de que las mujeres son esclavas de la moda y capaces de suicidarse o morir por un par de zapatos. Y naturaliza la violencia e incita al femicidio porque muestra cadáveres de mujeres y envía el mensaje de que se puede ver la ‘belleza’ de los zapatos, aún en un cadáver mostrado de forma erótica”. Esta ONG y la Red de la No violencia contra las Mujeres de Guatemala pidieron que se retiren los carteles de la vía pública, además de realizar manifestaciones de repudio frente a los locales de venta. “Acabemos con las empresas femicidas”, pide la convocatoria que escracha, también, la privatización de la violencia. Toda una marca registrada.

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