Si fuera vagina sería...
la mía, porque es la que mejor conozco y a la que más confianza le tengo.

Si fuera pene sería...
el mío, de alguna vida anterior en la que fui varón.

Ojalá se inventaran los preservativos de...
piel humana.

Si mi cama hablara diría...
no diría nada, porque mi cama no habla, canta. A veces un arrorró, a veces el “Himno a la alegría”, y a veces una marcha fúnebre.

Quisiera tener...
dos décadas menos.

Nadie lo sabe, pero en el baño,
inmediatamente después...
hago palabras cruzadas.

¿Qué palabras no puede evitar
decir en ese momento?
Hay momentos en los que las palabras sobran.

¿A quién le gustaría ver en una porno?
Al político más popular del momento.

¿Dónde se haría un agujero nuevo?
Antes de hacer un agujero nuevo, haría coser uno de los viejos. Aunque no sé. Siempre quise tener dos ombligos.

¿Cuántos son multitud?
Ya se sabe, tres. A menos que el tercero sea el invitado especial.

¿Qué detalle bajo la ropa le saca las ganas?
El portaligas.

¿Cuál es su posición favorita?
Me gusta hacerlo levitando.

¿Qué es para usted un polvo mágico?
Un polvo para hornear.

¿Cómo le hace saber que es “ahí”?
No es sólo “ahí”. También tiene que
ser “así”.

¿Cuándo miente?
Cuando hablo.

El tamaño no le importa salvo que...
no lo encuentre.

¿Qué quiso siempre y nunca tuvo?
Ya lo dije. Dos ombligos.

Tiene que durar más que...
pero menos que...
más que la última vez,
pero menos que la próxima.

María Radó es escritora, nacida en Hungría en 1939, ex refugiada y argentina por elección. Entre sus obras destacan Los tambores del miedo, Rubor de damascos, Paraíso perdido, Otra Génesis, cuatro cuentos de amor y Perlas negras, cuentos eso-satíricos, entre otros. Su último libro es Nada más que deseo, cuentos eróticos (El Narrador Ediciones), donde comparte páginas con la colombiana Freda Mosquera. Según Radó, sus páginas “invitan a descubrir historias de otros que pueden ser nuestras; nos convierten en voyeurs, cómplices, participantes”.