ARQUETIPAS › ARQUETIPAS
ELLOS
› Por Sandra Russo
–¿Y entonces?
–Nada, que me voy de casa.
–¿Cómo que te vas de tu casa?
–No lo aguanto más.
–Pero el otro día estaban lo más bien.
–¡Qué vamos a estar bien! ¿No viste lo que hizo cuando yo me puse a hablar de cine?
–No, ¿qué hizo?
–¡Se puso a hablar de fútbol!
–Ay, todos los tipos hablan de fútbol...
–¿Y a mí qué me importa si lo hacen todos? Yo estoy casada con éste.
–Pero, ¿yo estoy loca o hubo un momento en que él te acariciaba el pelo y te hablaba al oído?
–No me acariciaba el pelo: comprobaba que tengo el pelo seco. Y lo que me decía al oído era que me tengo que hacer un baño de crema.
–No te creo.
–Te lo juro.
–¿Cómo un tipo va a saber lo que es un baño de crema?
–¡Es un metido! ¡Sabe hasta si la cera de depilar está vencida!
–No te creo.
–¡Te lo juro! ¡Sabe hasta si cambié de marca de toallitas higiénicas!
–¡Qué horroroso!
–Es horroroso, tú lo has dicho.
–En cambio, Jorge no sabe ni cómo me llamo.
–¿En qué sentido?
–No sabe mi segundo nombre, ¿podés creer? No sabe mi segundo apellido. No sabe en qué barrio viví hasta los trece años. No sabe dónde queda la agencia en la que trabajo. No sabe a qué hora salgo ni a qué hora llego a casa.
–No te creo.
–¡Te lo juro!