TALK SHOW
Los trabajos de Mariela
› Por Moira Soto
En este continuo florecer teatral que viene sucediendo en Buenos Aires durante los últimos años con una diversidad y (a menudo) calidad inagotables, aparecen pimpollos que se abren precozmente, oportunamente como Mariela Asensio, una chica de 25 con un increíble background a susespaldas. La autora, directora, escenógrafa e iluminadora de Inacabado (foto), una pieza que ya va por su tercera temporada y que se presentó con suceso de público y crítica en varias ciudades del interior y en Paraguay, se ladeó hacia el teatro en plena adolescencia, después de cuatro años de danza. En verdad, ella quería cantar –y seguro que un día de estos, cuando sea grande, lo va a hacer–, pero su visionaria mamá le propuso arrimarse al teatro. Y Mariela estudió con Laura Bove, de allí pasó al Conservatorio, del que, aunque rescata algunas cosas, huyó al cabo de tres años para no seguir poniendo tiempo y energías en una inacción que cambió por seminarios y cursos que le abrieron la cabeza y nuevos y estimulantes caminos.
El caso es que desde 1997, mientras proseguía su formación, Mariela Asensio no ha parado de escribir, actuar, dirigir, asistir a otros directores, producir... Aunque ella lo cuenta tranquila, sin el menor alarde, su actividad desde los 19 es asombrosa: entre otras cosas, y en ocasiones simultáneamente, ha actuado en El balcón de Jean Genet, La queja, corto de Valeria Alonso –su socia artística en varios emprendimientos–, Jamón del diablo sobre Arlt; El deseo de José María Muscari; ha hecho dirección actoral, asistencias de dirección, ha trabajado con De la Guarda como asistente general y apoyo técnico... Por cierto, Asensio se puso a escribir bien temprano: lo primero fue Retazos, en complicidad con Alonso, una pieza que participó en un concurso cuya temática remitía a la violencia contra la mujer. La obra ganó el premio del público y el segundo del jurado; después trazó el boceto inicial de Inacabado y escribió Ultimas cosas. Como verán, Mariela Asensio no habrá realizado trabajos tan duros físicamente como los de Hércules, pero en cambio recientemente ha estado en Catch (la obra de Muscari que se repone muy pronto) demostrando que ciertas habilidades relacionadas con la fuerza muscular también las pueden llevar a cabo una chica bien entrenada.
Sin el menor remilgo, Mariela, la dramaturga, proclama que escribe desde un lugar de mujer, desde una historia personal “donde la posta la tuvieron las minas, llevando la batuta, poniendo el lomo, tirando para adelante. No entiendo a las que dicen que el arte no tiene sexo, ¿cómo voy a plantear preguntas, explorar situaciones si no sé de dónde vengo, qué y quién soy?”.
Inacabado, en su escritura definitiva, terminó protagonizada por una madre imprecisamente inválida y un hijo con algún retraso mental, como detenido en la infancia: una relación de interdependencia, teñida de un erotismo fetichista, quejas, mutuos reclamos, amor, insultos y amenazas, lamentos maternales (“te dediqué mi vida entera, etc.”), celos, rituales, y una figura paterna ausente que sobrevuela oscuramente la escena. Martín Urbaneja, en su tercer año, mantiene una lealtad notable hacia su desamparado personaje, mientras que Patrizia Alonso, que debutó este año, otorga a la madre una fuerte, neta potestad.
Inacabado va los sábados a las 21.30 en el Espacio Ecléctico, un viejo edificio primorosamente reciclado de San Telmo (Humberto Primo 730, 4307-1966). Por sólo $ 5 se pueden ver la obra y tomarse una bebida o un café. Las empanadas caseras, francamente deliciosas, van aparte.