TALK SHOW
Mujeres y pelotas
› Por Moira Soto
Si nos guiásemos por buena parte del palabrerío actual en torno del Mundial, podríamos llegar a creer que el mundo (argentino) se divide tajantemente entre varones fanáticos del fútbol y mujeres (esposas de estos varones) que no entienden ni medio de este deporte y ahora les toca sufrir extra por culpa del evento Corea-Japón (se supone que habitualmente ellas se sacrifican sólo los domingos y durante ciertas emisiones televisivas). Dando quizás por descontado que a las mujeres en general no les interesa el juego en sí mismo, la periodista deportiva Angeles Lerena propone (Clarín 28/5) aprovechar la oportunidad que brinda (compulsivamente) el campeonato para admirar bellos exponentes del sexo masculino. En la misma nota, más circunspecta, la señora de Macaya Márquez sugiere, en el curso de este mes, “dedicarse a lo que una nunca hace por falta de tiempo”, a saber: “Salir con amigas, irse a un spa o arreglar placares”.
Desde las páginas de este suple, la semana pasada, en un anticipo de su libro Sí, sí, señoras (El fútbol y las mujeres), María Rita Figueira invita a las mujeres a prepararles a ellos “los peculiares manjares que se consumen en las canchas”, sin intentar mejorar los originales. Esto es, confeccionarles a los hombres de la casa choripanes dudosos, panchos gomosos, hamburguesas industriales baratas, pizza canchera pura miga grasienta apenas con una pincelada de alguna conserva color rojo. En la revista de La Nación del domingo pasado, el enigma que planteaba el copete del artículo “Desveladas” era: “¿Cuál será el papel de las mujeres durante la fiebre futbolera que se avecina? ¿Se plegarán ellas a la tribuna o resistirán?”. Según la firmante, Alejandra Rey, “somos las que más vamos a padecer el Mundial porque además de ver los partidos –en muchos casos obligatoriamente– seremos quienes despertaremos al grupo familiar de madrugada, cambiaremos los pañales del bebé, haremos la infaltable picadita”. Empero, entre las entrevistadas hay disidencias: una se declara conocedora y disfrutadora del fútbol, cosa que pocos hombres se bancan; otra dice que no le importa el horario de los partidos si no la despiertan; y una tercera está negociando cambiarse al dormitorio de su hija menor porque el televisor está en el cuarto matrimonial y dos de sus hijos se aliaron con el padre.
Por su lado, Maitena se congratula de tener una vida propia desde antes del Mundial (revista de Cablevisión de junio): “Además de gustarme un hombre al que le gusta el fútbol, me gustan muchas otras cosas. (...) No somos siameses, no estamos pegados”. De las mujeres que aman el fútbol, dice la humorista que llevan a practicar la tolerancia, “incluso tengo una amiga a la que le gusta Ricardo Arjona e igual la quiero mucho...”. Y las que no se interesan por este juego, pero igual se muestran aplicadas: “Me dan pena porque están tratando de caerle mejor al tipo que tienen al lado”.
Les guste a ustedes el fútbol mucho, poquito o nada, sean totalmente brutas al respecto o formen parten de los contingentes cada vez más numerosos de chicas que van a la cancha, el corto Futbolhadas ha de concernirles porque sus seis personajes femeninos bien diferentes encontraron un guionista creativo, con sentido del humor y oído afinado para escuchar otras voces (Tomás Hoffman), una realizadora eficazmente expresiva (Fabiana Castaño) con buenos colaboradores en los rubros técnicos, y una intérprete dúctil y matizada (Mariana Arias). Este corto (25’) es una realización del Grupo de Cine Independiente Manifiesto I, yse proyectará mañana a las 16 y a las 17, y el viernes 7 a las 18, 19 y 20, con entrada gratuita, en el microcine del Centro Cultural Recoleta, Junín 1930. También será posible verlo por el canal Space, en todas las fechas que juega la Selección local, a la medianoche. Conocerán así a la psi social Norma y su sobreinterpretación del deporte de marras; Gabriela, la videasta a la que su novio fusiona con el equipo de sus amores al hacer el amor; Teresa, loca internada que oye voces cancheras y se estremece con los violentos estribillos al tiempo que esconde las pastillas que le dan; Clara, especie de Ofelia en los lagos de Palermo, cagada por la bengala de un festejo que ahora ve el fútbol que le cuentan los relatores; La Bati, acaso el personaje más logrado, esa chica de barrio que acompañaba a su hermano a jugar, se hacía pelota porque no la dejaban participar y terminó formando un equipo femenino con nombre de telenovela; finalmente, Silvia, la que odia ese deporte que le “robó” padre, hermanos y hasta a su marido, al que ya da por perdido cuando se entera de que el pobre se ha quedado sin laburo y no se anima a contárselo. El enemigo es otro, pues, y ella sabrá neutralizarlo.