A esta familia se le ha perdido un perno y no lo puede encontrar, quizá por eso hay un modular que se cae una y otra vez con mucho estrépito. “Pieza de hierro u otro metal, larga, cilíndrica, con cabeza redondeada por un extremo y asegurada con una chaveta, una tuerca o un remache, por el otro, que se usa para afirmar piezas de gran volumen”, dice la Real Academia. La familia compuesta por la pareja joven Julio y Silvia, y por los padres de ella, Marta y Jorge, parece haber perdido más de un perno metafórico a lo largo de cierto tiempo, de Tanto tiempo, como dice el título de esta pieza que escribió y dirigió Vera Czemerinski, más conocida por sus trabajos de actriz en el cine, el teatro y la televisión.

Anteriormente, esta chica formada, entre otros maestros, con Ricardo Bartís, Alejandro Catalán y Pompeyo Audivert, había coescrito y codirigido Ex condesa Cossa (2002), junto a Verónica Abbattista. Pero Czemerinski tenía el sueño de la pieza propia, de hacerse cargo de todos los riesgos en cuanto a escribir y llevar a la escena, sin descartar el aporte de actores y actrices una vez que tuviese el texto listo. El boceto de esta obra sobre el tiempo pasado que interfiere en el presente, surgió en el taller de dramaturgia, a partir de una imagen propuesta por Mauricio Kartun: una pareja discutiendo con una heladera. “De esos primeros apuntes quedaron muchos diálogos, más allá de que en el largo proceso de ensayos, los actores enriquecieron el imaginario de sus personajes, de algunas situaciones. Pero, comparando, no hay tanta distancia con el original”, manifiesta Vera Czemerinski, feliz de haber estrenado siguiendo su deseo de “tener propiedad sobre la palabra final, sin confusión de roles, por eso antes de saber que tenía un subsidio, decidí poner todos mis ahorros en vez de viajar”.

Además de escribir un texto sutil sobre vínculos y desvínculos familiares (“me interesaba ser legible, accesible, recuperar un lenguaje popular bien criollito, con olor a otro tiempo”), la dramaturga y puestista decidió explotar todas las áreas expresivas posibles: escenografía, luz, vestuario, paleta de colores, música (no por azar un aire de zamba en guitarra acompaña algunos momentos). Según sus palabras, “quería generar un mundo que fuera ficticio y consistente”. Entonces pensó otra perspectiva dada por dos paredes en ángulo, paredes escenográficas como de azulejos, con sus ventanitas y sus repisitas acordes, y una heladera en la esquina. Artefacto básico para estas escenas de la vida familiar porque en su interior se refugian alternadamente casi todos los integrantes del grupo, gesto que se vuelve casi una costumbre, entra en la lógica de esta peculiar familia en la que, sin embargo, resuenan ecos de tantas otras, gracias al fino oído de Czemerinski para tamizar lugares y actitudes comunes.

Los tics del consumismo, la presencia activa de un televisor (que tanto pasa la ficha técnica de la obra como un programa en el que es entrevistada Silvia, o un video casero de la familia en un día de campo aparentemente feliz), las quejas reclamando atención y amor, ese modular fuera de campo que se desmorona, el vocabulario que incluye vocablos como marote y zanguango, conforman un universo, dan cuenta de una visión de autora, que no cede a las facilidades y se mantiene en un registro donde lo cotidiano se roza y convive con lo insólito, y el humor brota de coté, subrepticiamente, subversivamente. Sí, otra familia disfuncional, brillantemente interpretada por Patricio Aramburu, Natalia Salmoral, Alejandro Barratelli y Rosana Vezzoni, a la que se suma a último momento con su toque de sabiduría popular esa especie de terapeuta de bolsillo que es el service de la heladera, tan reconocible e irresistiblemente gracioso en la actuación de Fabián Caero.

Tanto tiempo, los sábados a las 19.30 en Elkafka, Lambaré 866, 4862-5439.