TALK SHOW
› Por Moira Soto
La razón por la que soy bastante buena en comedia es porque pasé mucho dolor: gran parte de mi vida con un dolor secreto, y entonces ahora puedo ser la mejor en tomar algo serio y verle el lado gracioso”, dijo sonriente la bella Teri Hatcher en la primera parte de la edición de Desde el Actors Studio emitida la semana pasada, después de citar una frase de su profesora favorita de teatro Annette Bening (este programa de Films&Arts va los martes a las 12 y a las 22, y los sábados a las 17 y a las 24). La entrevista había arrancado con un aplauso cálido y sostenido de la platea de estudiantes (en su mayoría de mujeres, al igual que lo que sucede acá en los cursos del IUNA), el conductor James Lipton con su barbita recién teñida, más obsequioso que de costumbre, citó el Globo de Oro ganado por Hatcher gracias a su brillante desempeño en Desperate housewives, también mencionó sus participaciones en diversos films y en la comedia musical Cabaret. En el transcurso del programa, sin hacerse rogar, Teri entonó “La vida es un cabaret...”
Criada en California, hija única de madre y padre vinculados a las ciencias duras, TH contó que cuando se quedaba solita en su casa, cual personaje de CS Lewis, se metía en el armario con unas galletitas y se contaba historias. También recordó que la relación entre sus progenitores “era tempestuosa” y que ella ingenuamente trataba de mediar en las discusiones. “Mi principal interés era irme de ahí”, respondió a la pregunta ¿qué era lo que más te gustaba del colegio? Teri estaba por graduarse en la universidad, en Matemáticas, justo cuando, junto con otras chicas, trabajó de sirena en una promoción. Le dieron un diálogo, un agente que andaba por ahí reparó en ella y se ofreció para representarla. Por la primera película, The Big Picture (1988), Hatcher guarda un gran cariño porque Christopher Guest la ayudó a descubrir su veta de comediante.
Entre otras producciones, TH evocó El mañana nunca muere (1997), donde fue una señorial ex chica Bond, con un fondo de tristeza en sus ojos negros porque el licencioso agente no había querido comprometerse con ella en el pasado, cosa que le echaba en cara con un espléndido traje negro de escote muy descendente: “Estaba embarazada de cuatro meses, por eso mis pechos se habían expandido”, explicó con sonrisa pícara. Y si bien en 1999 hizo Cabaret (“El dolor de Sally Bowles resonaba mucho en mí”) en giras por el interior, luego Teri dejó de trabajar hasta que su hija tuvo cinco años, en 2003, año en que le llega el primer guión de Housewives, justo antes de cumplir los 40. “Estaba anotada para el elenco B y no habían pensado en Susan para mí, pero logré hablar con Marc Cherry, tuve reuniones, audiciones...” Así fue que se convirtió en coprotagonista de la exitosa y premiada serie (que se puede ver por Sony los miércoles a las 23, jueves a las 15, domingos a las 14 y a las 20). Hatcher aclaró que decidió ese parate laboral porque pensó en la niña del armario, pero también podría deducirse que quiso estar cerca de su hijita hasta que tuvo una edad muy traumática para la actriz.
Antes de convertirse en una de las habitantes de Wisteria Lane, en el imaginario Eagle State, ocupando una de esas típicas casas suburbanas de empalizada blanca (“donde todas las flores son artificiales, por eso están siempre abiertas, y donde no hay cambios climáticos”), Teri Hatcher sufrió una tremenda conmoción que la retrotrajo a una etapa de niña abusada sexualmente, entre los 5 y los 8. Estaba ayudando a levantar la casa de sus padres que se mudaban al sur cuando cayeron en sus manos unos periódicos de un par de años atrás. “Comencé a revisarlos y me encontré con una nota sobre una nena de 11 llamada Sarah que se había suicidado dejando una nota donde contaba que un hombre había abusado de ella durante tres años: y ese hombre era un tío mío que también abusó de mí sin que nadie lo supiera.”
¿Por qué no hablaste?, quiso saber Lipton. “Hay situaciones donde siendo víctima no entendés que lo sos, sentís que es tu culpa... La mentalidad del predador está programada para hacer sentir así. Y es por eso que no contás nada, porque estás muy avergonzada.” Teri comprendió en el acto que tenía la oportunidad de apoyar a esa familia y también de “revisar mis propios hilos personales que habían quedado colgando”. Se presentó con mucho miedo ante el fiscal del distrito, no quería ser señalada como “la actriz abusada”. Pero tenía la certeza moral de que debía hacerlo: el tipo estaba por salir de la cárcel, “y si me lo había hecho a mí 30 años atrás, y a esta nena hacía dos, es que estuvo haciéndolo todo el tiempo. Esa idea me enfermaba... La declaración fue muy penosa y minuciosa, se la mostraron a su abogado, el hombre se declaró culpable, y permanecerá 14 años entre rejas”. Los días que siguieron a esta sentencia, la actriz recibió miles de mails del mundo entero firmados por mujeres que le agradecían su gesto, haberlas desculpabilizado, y el fiscal general atendió múltiples denuncias de abuso. Dos años después, en pleno suceso de Housewives, TH decidió contar esta historia en Vanity Fair.
En la última parte de la entrevista, después de reconocer que aquel episodio no estaba borrado, “pero tampoco me domina”, Hatcher soltó su sentido del humor para referirse a su libro Burnt Toast: “Digamos que la mujer prepara un desayuno clásico, con tostadas doradas, pero una está quemada y ella se ofrece: yo me comeré la peor. Quería hablar de las pequeñas formas que podemos encontrar para cuidar de nosotras mismas en el curso del día... Por ejemplo, no comer la peor tostada. Así, con el tiempo, podrás sentir que viviste tu vida, no que la vida te vivió a vos”.
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