TALK SHOW
› Por Moira Soto
Si querés llorar, llorá: con su estilo desfachatado que tan buenos dividendos le sigue rindiendo, Moria Casán puso en palabras algo que la televisión viene explotando ávidamente desde hace años: las emociones más íntimas de las personas, sobre todo las ligadas a la angustia, el dolor, la desesperación, la impotencia. En realities, talk shows, noticieros, programas periodísticos, de chismes, nada parece excitar más el morbo de los/as conductores/as y del público televidente que el llanto de una actriz que es despedida de su trabajo en cámara, de una madre con un hijo chiquito esperando un trasplante urgente, de un hombre que lo perdió todo en un incendio, de la participante de un show que es maltratada por un jurado justo en el momento en que acaba de ganar un sueño.
Pero no siempre las lágrimas que se vierten en televisión provienen de situaciones penosas en diverso grado para ser aprovechadas con regodeo amarillista, demagógico. En el reality Extreme Makeover: Reconstrucción Total, por People & Arts, sobre familias con graves problemas a las que se les regala una casa nueva totalmente decorada y equipada, gracias al tratamiento desde la dirección y a la actitud del líder de los diseñadores que intervienen, las lágrimas no son exprimidas y expuestas como un trofeo: saltan casi siempre incontenibles frente a una realidad que materializa y aun supera fantasías. En la misma señal acaba de presentar otro reality,
Un gran mundo pequeño, que documenta la vida cotidiana de una familia donde el padre y la madre son enanos, los abuelos de estatura normal, y los cuatro hijos se dividen en enanos y normales. En este caso, se trasluce muy netamente la intención de no hacer freakismo, de acercarse con toda corrección al universo de los enanos y las enanas, a quienes por cierto se denomina “gente pequeña”. Y aunque se mencionan episodios de discriminación que han experimentado sobre todo los chicos, y se señala que el mundo está hecho para gente de talla normal, se advierte el propósito de probar que ser enano tiene sus ventajas, al menos en cuanto a singularidad (“si me dieran la posibilidad de volver a nacer, elegiría ser así”, dice el adolescente enano al que su padre quiere a toda costa hacerle gancho con las chicas). Por ahora el cuadro de esta familia mixta es más bien idílico y superficial, sin sorpresas, salvo la convención de enanos y enanas de todas las etnias en un hotel.
Las familias favorecidas por Extreme Makeover –un programa auspiciado por firmas comerciales que hacen su aporte a la reconstrucción– se candidatean previamente y son elegidas por las particularidades de cada caso. Por ejemplo, el grupo Kubenan, de Texas, vivía en una modesta casa rodante y a la estrechez económica se sumaba la leucemia que afecta a una de las hijas mellizas, Tara, que debía permanecer hospitalizada luego de un trasplante de médula por la fragilidad de su sistema inmunológico. De modo que la visita de Ty Pennington y su equipo de diseñadores (foto), más los numerosos voluntarios que suelen colaborar, tenía como objetivo mejorar la calidad de vida de esta familia haciéndole una casa amplia y confortable en la que, además, pudiera vivir la nena enferma, en un ambiente libre de gérmenes, de acuerdo con las indicaciones del médico.
La casa en cuestión siempre se construye y amuebla en siete días, durante los cuales se manda a sus habitantes de vacaciones, pero en esta oportunidad los Kubenan se quedaron en un hotel para no alejarse de la enferma. La nueva vivienda se diseña y decora siguiendo los gustos de cada integrante de la familia. Obviamente, la llegada a la flamante casa es siempre un estallido de alborozo, subrayado por una manifestación del vecindario, por la entrega de donaciones (para la atención de la niña, esta vez).
Sin embargo, fue en el capítulo de Verónica, una madre negra de ocho hijos e hijas, que escapó de un marido golpeador y estaba tratando de pagar una incómoda casita, donde realmente pareció que los cuentos de hadas se podían cumplir en un pueblito cerca de Washington. Una de las hijas se postuló para la Reconstrucción y allá fue el equipo de Pennington. Verónica, una hermosa y enérgica mujer de 45, loca de contenta, fue fletada con su prole a Disneyworld y comenzó el trabajo febril que la aceleración de las imágenes y la edición comprimen en una hora, incluyendo los distintos pasos y, en este caso, una entrevista a Carol, experta en violencia doméstica que pasa datos escalofriantes (“cuatro mil mujeres van a morir en nuestro país este año por maltrato”).
Bueno, no quieran saber lo que fue el arribo de madre e hijos/as a la casa, el desborde de alegría y reconocimiento, la recepción entusiasta de vecinos/as, la entrega de dinero para la universidad. Verónica, al borde del desmayo, se agarraba el corazón como para que no se le saliera del pecho, casi se oían las palpitaciones. Pero eso no fue todo: al caer la noche se reunió una multitud, en cada mano alzada una vela encendida para pedir por el cese de la violencia de género. Entonces, con su gran voz, Patty LaBelle entonó una canción balsámica. Sí, como para que a una se le piantara un lagrimón. O dos.
Un gran mundo pequeño, viernes a las 20,
sábados a las 16 y a las 21, por People & Arts.
Extreme Makeover: Reconstrucción Total,
jueves a las 20, viernes a las 16, sábados a las 13,
domingos a las 17, por People & Arts.
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