TALK SHOW
(una ficción sobre la problemática del vih/sida)
Hago muchos cursos, leo muchos libros. Por ejemplo: Cómo agradar a los hombres y superar el espanto que les produce saber que una tiene vih, Cómo conquistar a los hombres en su propio territorio. Además, soy fiestera, me gusta la pizza, el fútbol y lo sigo a Manu Ginobili en la NBA. Hago buenas milanesas, ¿dónde es?” Así estalla Mariela mientras conduce la camioneta de Octavio, luego de que él se mostró sorprendido de lo bien que ella maneja. Un rato antes, en la pizzería La Maceta, cuando ella le avisó a él, que venía muy embalado desde que la conoció, que vivía con vih, Octavio –del susto– empezó a desfallecer hasta que cayó redondo, la cabeza sobre la fugazzeta a medio comer. Con la ayuda de alguien del bar, Mariela metió al enamoradizo en el vehículo y –detalle de buena terminación– una mano le alcanzó un paquetito con la pizza no consumida.
La escena de la camioneta, al promediar el desarrollo del especial Reparaciones, que se estrena esta noche, da buena cuenta de los aciertos de diálogos y situaciones de esta producción que no por azar se ofrece en el Día Mundial de Lucha contra el Sida, además, auspiciada por la Fundación Huésped. Una impecable realización de Juan Pablo Lacroze que valoriza las locaciones en distintos barrios y los precisos detalles escenográficos, así como el rendimiento de un llamativo elenco que incluye, entre otros, los nombres de Rita Cortese, Lito Cruz, Hugo Arana, Enrique Liporace, Carlos Portalupi. Encabezan Pablo Echarri y Erica Rivas, una pareja sumamente compatible.
Reparaciones no disimula, cuando la ocasión lo amerita, sus intenciones didácticas de dejar un mensaje claro y práctico, sobre la estupidez de los prejuicios y la necesidad de prevención correcta. Desde que el sida empezó a manifestarse en los Estados Unidos, en los tempranísimos ‘80, pasaron varios años antes de que el cine se hiciera cargo de esta problemática que afectó en los primeros tiempos a la comunidad homosexual masculina. Y aunque no faltó por aquellos años reaganianos quien hablara de castigo divino, también es cierto que el sida –más allá de la estela de muerte y dolor– llevó a buena parte de la sociedad a revisar sus prejuicios gracias a campañas de información y a determinadas producciones de ficción. La TV largó antes con An Early Frost (1985), drama con Aidan Quinn como exitoso abogado que hace una doble revelación a su familia: que es homosexual y tiene sida. Hollywood, en cambio, tuvo sus idas y venidas con Longtime Companion, un conmovedor guión de Craig Lucas que anduvo dando vueltas desde 1986, hasta que finalmente fue dirigido por Norman René, con Bruce Davison y Mary Louise Parker, y estrenado en 1989. Con el tiempo, las realizaciones televisivas, cinematográficas y teatrales (Angels in America pasó de Broadway a la TV, como miniserie) se fueron sumando. Sin duda, producciones como Y la banda siguió tocando y Filadelfia quedaron como hitos, por sus aspectos pedagógicos la primera, que historiaba la enfermedad e investigaciones en torno, como por sensibilizar al público la segunda, poniéndolo frente al espejo de sus preconceptos y falta de compasión.
Reparaciones propone un reencuentro con la mejor ficción televisiva local (digamos la que no se veía desde Montecristo, sin negar logros parciales de Televisión por la identidad) desde una comedia romántica, con obstáculos como corresponde al género, que afortunadamente tiende a no simplificar. Entonces, para hablar del prejuicio instalado entre buena gente de barrio, propone en primera instancia la figura de un linyera que es juzgado y condenado –sin pruebas– en una asamblea comunitaria (“sucio, miserable, descastado, orillero, ladrón”, enumera con fruición la dama fruncida que hace Cortese). Un forastero, un diferente al que intenta defender Mariela (Rivas), la chica que, luego se sabrá, vive con vih, y a quien le echa el ojo oscuro el vidriero Octavio (Echarri).
En el bar de la esquina se arma otro tribunal, el de los muchachos del lugar, amigotes de Octavio, casi todos machistas reyes del lugar común, repetidores de chismes (“Rock Hudson se la comía”, “Reagan desparramó el virus entre los trolos y después lo mandó al Africa...”). El julepe de Octavio no encuentra precisamente paz entre estos dinosaurios satisfechos consigo mismos. Un hallazgo esta mesa de galanes, especie de coro negativo (salvo uno) que echa leña al desasosiego del protagonista, a la vez que representa la mayoría, (charlatana).
Por su lado, Mariela –otra interpretación plena de transiciones de la excelente Erica Rivas– vive temporariamente con su padre –entrañable Lito Cruz entre sus libros y fotos de familia y plantas–, mientras proyecta irse a Barcelona en pos de oportunidades, quizás escapando hacia adelante. Pero ella también se enamora y, como Octavio, comenta sus dudas a cámara. ¿Qué puede pasar en una comedia donde el langa se desmaya de la impresión cuando ella le cuenta que tiene vih? El desenlace, esta noche.
Reparaciones, hoy a las 21.30 por Canal 13.
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