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Viernes, 12 de diciembre de 2003

TALK SHOW

Cuando una novela se va

 Por Moira Soto

Qué va a ser de nuestra vida, de nuestras noches, de la hora de la cena sin Resistiré? Las/os que realmente miraron esta novela a diario –y la grabaron in extremis, pero siempre prefiriendo verla en su hora de emisión...– saben perfectamente de qué estamos hablando (porque últimamente brotaron en los medios muchos “especialistas” en esta tira, opinadores a granel haciendo análisis y lecturas, pero en la mayoría de los casos se notó que no eran seguidores de la primera hora –ni de la segunda– sino recién llegados/as con data incompleta y confundida). El vacío abismal y la nostalgia desolada los vamos a sentir, a sufrir las/os que venimos estando desde el vamos con Martina, Diego, Mauricio, Andrés, Julia, Alfredo, Rosario, Ricardo, Eladia, Anibalito, Santiago, Gloria, César, Pérez Castelar... y también con los que partieron hacia otros rumbos como la psi Adela de Alejandra Flechner (el primer flirt de embarazada con señor que no era el padre de la criatura), el Arturo de Guido Gorgatti, la Pampa de Zulma Faiad...
Varias de Las/12 veníamos entregadas incondicionalmente a esta gustosa dependencia, y de hecho este suple fue uno de los primeros medios en tomarse realmente en serio la ahora prestigiosa y premiada novela, advertir sobre su calidad y originalidad, el atrevimiento y los hallazgos visuales y temáticos que la caracterizaban (recordar tapa del 14 de febrero pasado, en la que se exaltaba el bordado fino de autores y actores respecto de cada personaje, reconociendo el laburo de los consagrados -Vena, Lapacó, Fanego, Arana, Serrano...–, pero también la revelación que representaban Claudio Quinteros –insuperable– y, entre otras/os, Romina Ricci, notable como voraz trepadora sin escrúpulos).
Y ahora, después de un año de fidelidad, de ver acercarse con deleitosa ansiedad la hora ritual de lunes a viernes (borrando con cualquier subterfugio toda cita a las 22), de dejarnos sorprender con subjetivas del pene de Ponce –según definición de Carolina Fal a Las/12– y franceses con diarrea atacados en el inodoro en plena evacuación... De prepararnos una bandejita con vituallas para reencontrarnos con las bambulas bordadas de Eladia, las camisitas decontractées de Mauricio, el sofá rojo de Julia, el abigarrado carromato de Gloria... he aquí que nos quedamos como confiscadas, seducidas y abandonadas. Con mono de Resistiré, por decirlo españolamente. Sí, ya sabemos, nadie nos prometió que la casa de al lado iba a durar eternamente: la tira tenía un cierre fechado y, en verdad, queríamos saber cómo terminaban las pruebas tremendas e incontables por las que pasaban Diego, Julia, Martina y sus familiares y amigos, conocer la culminación de las tropelías de esa perversa familia formada por Leo, Andrés y Mauricio (dejemos a Carito, criatura inocente, afuera). Pero, al mismo tiempo, no queríamos que terminara para seguir gozando de la deliciosa sujeción del folletín por entregas, y porque, por otro lado, teníamos claro que se trataba de una novela única, singularísima. Sabíamos que no habría ninguna igual ni parecida. Ninguna tan zafada, tan rica en ideas, tan brillante formalmente.
Es que hay cosas que sucedieron, convergieron en Resistiré, incluida la mística de todo el equipo técnico y el elenco, que parecen irrepetibles. Solamente una vez se puede dar con una intriga equivalente, capaz de coquetear osadamente con el surrealismo, la ciencia-ficción y otros géneros, y hacer paralelamente una fuerte denuncia política, con golpes de efecto tan insólitos (y a la vez verosímiles en su sistema), con héroes y heroínas tan contradictorios/as, villanos y villanas tan complejos/as. Por eso vamos a extrañar tanto nuestras dosis nocturnas de Resistiré, la mejor zanahoria que haya aparecido en mucho tiempo en la TV, que nos tuvo todo el 2003 corriendo detrás de ella, comentándola con regodeo y regocijo. ¿Qué vamos a hacer con esta oquedad, este baldío que se nos abre, esta privación, bah, este duelo que empezó el miércoles pasado? ¿Mirar a los galanes teñidos y batidos del valetodo Soy gitano? ¿Soportar Yo amo la TV los viernes por el 7 o los chiches “periodísticos” del 9 los martes? ¿Bancar los remanidos chistes homofóbicos de TVR o las gracias campbellianas de Televicio? Acaso lo único positivo de esta inconfortable ausencia sea no tener que ver en las tandas los avances de Videomatch...

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