Vie 20.02.2004
las12

Carta de Gaby

¡Hola! ¡Hola! ¡¡Hola!! ¿Cómo estás, muñeca? Seguramente no muy bien, pero te pido que por un momento te olvides de todo y leas esta carta como si estuviésemos hablando como siempre, las dos juntitas, contándonos cosas importantes o no. Dale, sólo por hacerme un favor personal, secate las lágrimas si es que estás llorando, o respirá profundo si te sentís triste, y escuchame.
Para cuando leas esto, es decir ahora, yo no podré contestar todas las preguntas que probablemente quieras hacerme, porque esencialmente no voy a estar, por lo menos no del modo en que estaba antes, pero yo creo que vos sabés que hay muchas formas de cada cosa, como también hay muchas formas de estar, sólo hay que descubrirlas, hay que aprenderlas y por último hay que practicarlas. Pero antes que nada, antes que sigamos hablando de las formas distintas en que podemos ver lo que pasa, quiero recordarte que aunque yo ya no esté para responder nuevas preguntas, vos tenés a una persona muy importante a tu lado para hacerlo, por supuesto me refiero a papi. El, el hombre que yo más amé en mi vida y con el que te tuve, que fue mi mejor amigo y compañero en todo, que estuvo conmigo siempre, y que es una de las personalidades más sensibles y brillantes que conozco, estará siempre a tu lado y tratará de ayudarte y ayudarse a superar de la mejor forma todo lo que pasa.
(...) la vida para mí llegó a su fin; esto es una realidad; y así pasa a veces. Como bien sabés, la vida termina en algún momento, antes o después, y eso no tiene ninguna lógica específica, y me parece a mí que sería bastante tonto buscársela. Simplemente las cosas pasan de esta forma o de alguna otra, no importa, el tema es que como cada historia que llega a su fin, también si uno quiere abre otro inicio. Me parece que esto es lo divertido (me fascinan las cosas divertidas), me parece que podemos buscarle a esta historia cualquier continuación. En definitiva es esto lo que te propongo, juguemos.
Además hay un hecho que es innegable; nadie sabe realmente qué pasa después de la muerte, así que bien podemos inventarnos lo que se nos ocurra, cualquier cosa, total no hay al respecto ninguna verdad, aunque sí muchas fantasías. En todo caso me agrada la idea de que un final deja eventualmente abiertos otros inicios, así que vayamos por ellos. Entre las historias sobre la vida después de la muerte, tenemos por ejemplo esa en que me convierto en un angelito. Voy toda vestida de blanco con puntillas y tules y sedas y bordados, y claro, con alas y plumas --una especie de pájaro involuntario o engendro alado-- y voy de nube en nube feliz, porque para ello tu padre construyó hace años, en el cielo, un castillo de palabras, imágenes e ideas bellas (que se llama poesía) para que cuando quisiera pudiera habitar allí. En esta historia de ángeles obviamente yo no paso desapercibida en el firmamento, hago chistes y cuento historias y le explico al resto de los ángeles (de los que inmediatamente me hago amiga) todas mis ideas, como ésta de que el aburrimiento y el malestar son patrimonio o responsabilidad de cada uno, sólo uno se aburre o la pasa mal y depende sólo de cada uno que sea de otro modo. Y les cuento todo esto porque resulta que cuando llego están tirados en las nubes sin hacer nada, y bostezan y tardan siglos en moverse hacia otro lado, y cuando hablan casi no se oye; un desastre. Entonces llego y empiezo a arengarlos y darles ánimos para que se diviertan más (...) Entonces me hacen caso, y si te fijás bien (y ésta fue la verdadera continuación de mi historia) seguro que vas a poder ver cómo ahora las nubes se mueven más rápido --hacemos carreras montados en ellas-- o incluso a veces las vas a ver hacer como saltitos --ésas son las de embolsados-- o chocar entre ellas --obvio, los chocadores-- y si prestás muchísima atención, vas a poder oír cómo hablamos, se va a escuchar como un viento que murmura, como un susurro de alas o de plumas. No vas a entender nada porque estamos demasiado alto, pero ponele la firma que estamos a los gritos riéndonos y charlando, felices de flotar siempre, como de fiesta, esperando ansiosos nuestros bailes que son las tormentas --las luces, los relámpagos, la música, los truenos-- y nosotros desenfrenados bailando, chocando y riendo.
(...) ... yo creo que hay un lugar privilegiado donde nosotras nos podemos encontrar, donde podemos hablar y darnos besitos: los sueños; ahí me parece que podría visitarte de vez en cuando y charlar y abrazarnos. Pero además hay muchos otros lugares donde me podés encontrar, en las fotos, en los escritos, en tu recuerdo de las cosas que hablamos, en mis libros, en mis cosas, mis collares, o en lo que vos quieras, en realidad yo voy a estar ahí donde vos quieras que esté. Pero quiero advertirte algo, no sé por qué motivo, la memoria visual hace una cosa horrible: desdibuja la cara de las personas que no vemos durante un tiempo, esto nos pasa a todos y el resultado es que cuando queremos ver la cara de alguien en nuestra cabeza, la imagen se empieza como a separar o a no armarse. No te preocupes, no significa nada, no es que no me recordás más o no me querés nada, es sólo algo que no anda bien en la memoria de las personas. Siempre tenés fotos para poder verme, lo otro no tiene ninguna importancia.
(...) ... ser por ejemplo algunos de esos pájaros que te gustan a vos, el halcón no sé qué. Si logro recordar el nombre y ahora soy uno de esos, seguro que ya me hice un maravillosos nido en la cima de algo desde donde la vista es un sueño eterno, y sobre todo permite a mi ojo llegar a tu ventana, y cada noche volar hasta allí y mirarte dormir, como lo hice siempre desde que naciste cuando estuve viva. Seguro que mi nido no es uno cualquiera, si un día te topás con él vas a saber seguro que es el mío, porque sin dudas es particularmente confortable, lleno de flores de colores recién cortadas, y seguro que tiene una especie de alfombra de hojas secas que hacen un ruido gracioso cada vez que salto encima.
(...) Otra que pensé antes de ahora que ya soy, es que a mí siempre me fascinaron las palabras, esos animales raros, transformistas, inasibles, inesperados y engañosos. Así que en esta última versión soy palabra, no sé cuál, es difícil elegir, así que seguro que lo hago a último momento, pero el caso es que soy una palabra y habito el discurso cuando es bello e inteligente, cuando es divertido y lleno de colores (...) Habito el discurso de todo lo que he escrito, de todo lo dicho, de todo lo equívoco o todo lo sentido; pero esencialmente habito el discurso que nosotras compartimos, ese que está más que nada en las miradas, en los besos, en las caricias, en cada mañana que iluminaste. Porque también eso te quería decir, que vos iluminaste cada día de mi vida después de que naciste (...) Reírme con vos fue el gran hit de mi historia. (...) Te amo, mi bella Valentina. Me llevo de esta vida todo lo más bello que cualquiera podría pedir, el haberte tenido y el haber vivido; nada puede ser mejor. Quiero también que sepas que fui muy feliz, que al momento de escribirte esta carta me siento satisfecha de todo lo que he vivido, que siento como si hubiera tenido más de una vida de tan llena que estoy, de modo que me voy en paz, contenta, plena y tranquila, estoy feliz conmigo por habérmelo permitido --el vivir plenamente, el disfrutar, el no sufrir innecesariamente, etc.--. Lo único que lamento es no haber podido compartir más tiempo con vos, pero no te preocupes y no me preocupo, porque yo pienso que la naturaleza es muy sabia, y será que ya compartimos bastante, y aunque ahora te dé bronca y te sientas impotente y te duela y llores y me extrañes, yo sé que después todo esto te va a servir para algo, que algún día se transformará, como cada experiencia de la vida, en un recurso que dará sus frutos; ya verás.

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