“Drama pasional”, “Amor, locura y muerte” y “Asesinan a una mujer en su casa. Creen que fue un hecho pasional”, fueron los títulos del miércoles 21 de noviembre para explicar el femicidio de Julia Araujo Machado, en Barrio Norte, encontrada por su marido con 15 puñaladas, que habrían sido perpetradas por su supuesto amante. “Cientos de crímenes pasionales tienen en su pulsión el despecho. La confirmación de un rechazo, atrapar en flagrancia a los amantes, luego, la explosión que genera el desengaño. Esa revelación, dicen los especialistas, empuja a matar a la persona amada. Como no la pueden tener, que no la tenga nadie entonces –escribió Alejandro Marinelli en Clarín–. Devolver con más desgarro el propio amor desgarrado. Por lo que informa la Policía, ayer a la mañana, cuando se abrió la puerta del departamento de Barrio Norte, el asesino estaba del lado de adentro. No fue un marido furioso sino un amante. El mismo que durante un tiempo convivió a gusto con las reglas de la infidelidad pero que hace poco se sintió traicionado.”
En realidad, los medios no deberían describir ni el asesinato ejecutado por un amante ni el de un marido como crímenes pasionales. “No debemos rotular al femicida ‘de pasional’” –estipula Susana Cisneros en Femicidios e impunidad–. Sin embargo, el imaginario social y la prensa sensacionalista se conmueven con el mal llamado “crimen de amor, romántico y apasionado”. Parecen entender que el amor todo lo perdona y que por sí solo justifica conductas criminales. De este modo se esconden y naturalizan situaciones de violencia extrema”.
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