Vie 28.03.2008
las12

LA VOZ DE D, MADRE DE LA VICTIMA

“Por favor, que alguien haga algo”

“V siempre habló de su papá: que le hacía cosquillas en la cola, que hacía una danza que en la cama no le dolía tanto y en el piso sí. En una oportunidad se quiso meter un lápiz en la cola, y decía que G lo hacía. Una vez agarró un pinche y se lo quería meter a un perro en la cola y decía: ‘Yo soy tu papá, yo soy tu papá’. Siempre lo señaló a GFP, su padre. Siempre”, confiesa a Las12 MDV. “V es abusada sexualmente desde antes de los 2 años, me lo confirmó la ginecóloga infantil que la vio por primera vez, cuando ella tenía 4. Tenía 10 milímetros de vagina, cuando lo normal a esa edad es de 1 y medio, 2 milímetros. Cuando el juez recibe este certificado médico le prohíbe las visitas al padre durante un año, y V mejora notablemente. Pero como lo civil va por un lado y lo penal por otro, GFP, él, como abogado, siempre abrió un montón de expedientes y logró revertir esa situación.”

—¿Dar un testimonio tan íntimo es tu límite para exigir justicia, para que te crean?

—Nada es más doloroso que lo que sufre mi hija. No es que en la Justicia no te creen, eso hay que desterrarlo. Pasa que quienes defienden a estas personas son de la misma condición, lo hacen por algún otro interés, en beneficio para ellos mismos. Por eso le pido al juez Güiraldes que se aparte de la causa. Por respeto. Por dignidad. Por decoro. Por delicadeza: que se excuse. Lo estoy denunciando en el Consejo de la Magistratura. Ni siquiera pidió conocer a V.

—¿Qué pasó en este tiempo con tu red social: amigas, trabajo, sistema de salud...? ¿Contienen o niegan este tipo de denuncias?

—Responden, absolutamente. Trabajo en una aseguradora, y tienen gran solidaridad conmigo. Mi gente amiga y mi familia me apoyan muchísimo. Las asistentes sociales, en cambio, son de terror. Una es hija de un represor, de apellido Masarol o algo así. En una audiencia, cuando V le decía a Francisco, su hermano: “Francisco, ayudame”, la asistente social le decía: “Hablá de los regalos, V”. Una trabajadora social en un cargo público está obligada a ayudarla. V no sabe ya más que hacer. Necesita que alguien la defienda. Le pido a la maestra de VFP, porque no sé a qué colegio va, que haga algo, que llame a la Defensoría del gobierno de la ciudad. Por favor, que alguien haga algo, que la defiendan. La última vez que la vi fue el 27 de diciembre en una audiencia judicial, y de lo único que me entero es de que sigue siendo abusada. V me decía: “Por favor, mamá, creo que estamos viviendo en la calle Uriburu, tocá todos los timbres de la calle Uriburu”.

—¿Qué esperás al darle visibilidad al caso?

—Espero la restitución de V. Y que la gente se anime, las víctimas de abuso no tienen que sentir vergüenza. Sé que hay muchas historias parecidas. Una vergüenza son los que defienden a los abusadores. Porque los abusadores han sido personas abusadas que no fueron defendidas. Por eso es tan grave que a las víctimas nadie los defienda. Porque ser defendidas es lo único que te cambia la historia.

Nota madre

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