Viernes, 11 de febrero de 2011 | Hoy
Por Mariana Berlanga Gayon*
Muchas de las mujeres que hemos venido denunciando y visibilizando el tema del feminicidio –como hemos optado por llamarlo en México– se han preocupado por la tipificación de dicho crimen. No creo que sea la ley la que vaya a resolver el problema de fondo, pero la tipificación es importante en la medida en que –como dice Rita Segato– la ley tiene la posibilidad de nombrar y es esa narrativa la que es importante.
En México ya existe la Ley de Acceso a las Mujeres a una Vida Libre de Violencia, donde se explicita el término “violencia feminicida”, que es un primer antecedente de la inclusión del feminicidio y para que se pueda aprobar una ley de este tipo, aunque también eso conlleva algunos riesgos.
Por ejemplo, en el término feminicidio –propuesto por Marcela Lagarde– se alude a toda una cadena de crímenes que van desde el acoso hasta la violación y, en última instancia, el asesinato. Resulta un término muy explicativo del sistema patriarcal, porque describe una lógica de violencia, silencio e impunidad. Pero, en términos de leyes, eso sería imposible de traducir, pues para el sistema penal, a cada crimen corresponde un castigo, por lo tanto, se tendría que definir como un solo crimen. Eso implica quitarle el sentido inicial y reducirlo al asesinato de una mujer.
Por otra parte, desde la lógica de un sector del feminismo, el castigo no resuelve el problema y probablemente sí lo perpetúe. ¿Cómo construir un mundo más equitativo y menos violento? Esa sería la pregunta que nos podría llevar a contrarrestar el feminicidio, aunque la impunidad es uno de los factores que ayudan a reproducirlo.
En síntesis, la tipificación del feminicidio en México es viable e importante pero sólo significaría un primer paso. No olvidemos que el sistema de procuración de justicia es también misógino y que exista una ley no quiere decir que eso se va a traducir en justicia.
La solución profunda del problema se tendría que plasmar en medidas de seguridad para las mujeres; en educación, pero, sobre todo, en relaciones más equitativas en todos los sentidos. De otra manera, sucederá lo mismo que en Guatemala, en donde ya existe –desde el 2008– una ley contra el femicidio que no ha logrado –ni por poco– que los asesinatos de mujeres disminuyan.
* Periodista y feminista mexicana. Profesora de la Universidad Autónoma de la Ciudad de México e investigadora sobre feminicidio en América latina.
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