María Pía Ceballos, Salta
Con su pelo lacio a la cintura y sus ojos rasgados conteniendo emociones, María Pía Ceballos tuvo el orgullo de subirse al escenario en la apertura del ENM. “Participamos de la comisión organizadora del Encuentro, por primera vez”, cuenta esta mujer trans que cuatro años atrás había visto cuestionada su participación en este aquelarre colectivo. “Tuvo que salir la ley de identidad de género para que nos dejen participar plenamente, como nos sentimos, como mujeres”, dice sin resentimiento pero con memoria.
Desde el año pasado, los ENM tienen entre sus talleres el espacio específico de Mujeres Trans. La novedad este año es que forman parte de la comisión organizadora. En la lectura de las conclusiones, pidieron además que esta participación se repita año tras año y quede institucionalizada.
María Pía tiene 30 años y se reconoce militante del grupo Jóvenes por los derechos sexuales y reproductivos de la diversidad sexual Lgbtiq (Jeser) en Salta, así como de La Cámpora. Su “construcción” empezó a los 22 años. “Comencé primero a tratar de ser aceptada en mi casa porque yo me siento Pía de día, no sólo de noche, no quería una doble vida. Esto es lo que yo quiero para el resto de mi vida.” Su madre, que también estuvo participando del ENM, fue su aliada. “Y desde el momento en que en mi casa se pudo dialogar y plantear esta situación, nunca más me llamaron José.”
Durante este Encuentro participó del taller Mujeres Trans, en la Escuela Victorino de la Plaza. Allí abordaron el problema del acceso a la salud, a la educación, al trabajo y a una vivienda digna, “que son los ejes principales en los que nos sentimos vulneradas”. “Queremos la reglamentación del artículo 11 de la Ley de Identidad de Género, queremos que las escuelas dejen de expulsarnos y queremos trabajo digno. Pedimos acá en Salta la derogación de los códigos contravencionales y una zona de convivencia para que las compañeras puedan seguir ejerciendo la prostitución, pero a la vez puedan tener un trabajo digno. Salir de ahí es hoy una utopía. Entonces queremos que se deje de reprimir”, explica.
María Pía, como muchas otras, siente que el Encuentro le dio “un pensamiento más amplio” y que el grupo de mujeres la fortaleció: “Tengo una nueva perspectiva que me da aliento. Ahora sé que no soy yo sola o un pequeño grupo las que luchamos, sino que somos muchas”.
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