A Victoria Centurión este, su primer Encuentro, la tiene conmocionada. Su boca le tiembla un poco al hablar y de a ratos la piel se le eriza. Nació hace 41 años en Paraguay pero se crió en Argentina. Hace más de 20 trabaja en un comedor comunitario en la Villa 15, conocida como Ciudad Oculta, en el barrio de Lugano, Ciudad de Buenos Aires. “Atendemos un montón de problemáticas del barrio. El tema de la violencia hacia la mujer, abuso, trata, y ahora el que más nos aflige es que los chicos se mueren día a día por el tema de la droga”, relata, mientras piensa en sus dos hijos varones, de 21 y 23 años. Sentada en un aula vacía de la escuela donde asiste al taller Mujeres y lucha contra las drogas, dice que estos días escuchó “un montón de experiencias, hasta hemos llorado en las aulas porque somos madres y nos golpea muy de cerca”. Esta primera vez todavía le eriza la piel: “Les decía a mis compañeras de Mujeres del Frente Progresista y Popular que nunca había estado en una unión así, de muchas mujeres, donde una puede venir y expresar, pedir por nuestros derechos, de nuestros niños, pedir por el futuro de nuestra sociedad, pedir por cosas que nos corresponden y exigir al gobierno que nos ayude, que nos dé las herramientas necesarias”. En la apertura del Encuentro, cuando las mujeres empezaban a gritar y a cantar también, se turbó y casi lloró porque se decía “pucha, mirá lo que me perdí” todos estos años.
Para venir tuvo que organizarse en el comedor y otras mujeres se quedaron a cocinar para las más de 160 personas que reciben cada día. En su casa, dice, la apoyaron: “Yo tenía un poco de miedo porque no sabía con qué iba a encontrarme y mi familia me decía ‘andá, es algo nuevo’”. Su experiencia en el Encuentro la llenó de contradicciones: “Es como que vos tenés un problema pero escuchás a la otra persona y ves que tu problema es más chico que la que vive en Tartagal o en Corrientes. Me siento muy contenida al ver que tantas mujeres en todo el país estamos en la misma lucha. Pero también te agarra una impotencia de que esto es generalizado”.
“Lo que me llevo es la emoción y las ganas de seguir luchando. Y pedir que se cumplan las leyes en el aborto, la violencia, la trata de personas. Con esto es como que tenemos más fuerza entre todas para pelearla unidas”, dice. Finalmente repite, como si quisiera grabárselo en los oídos: “El Encuentro me cambió, me cambió, me cambió”. Hasta dónde llegará esa transformación, sólo ella lo verá, en los pasos que dé de ahora en más, y seguramente en el próximo Encuentro.
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