Patricia Gordon, psicóloga marplatense de amplia trayectoria en asistencia a víctimas de abuso sexual infantil, presidenta de EnRED (Red Solidaria de Capacitación y tratamiento en violencias, abuso sexual y trata de personas), respondió a las consultas de Las12:
–Casi siempre tienen que ver con la seducción, es decir, el acercamiento a los niños/as y adolescentes a través de objetos, premios, algo que ellos/as deseen. Y el aprovechamiento es a través del lazo afectivo establecido, ya sea un familiar directo u otra persona cercana que es valorada por el niño/a o adolescente.
–Quien es objeto de abuso no puede negarse a serlo mientras el “secreto” está establecido y hasta que logre romper con él mediante un pedido de ayuda hacia afuera. Prevalece el sentimiento de culpabilidad inoculado por el victimario y también el terror que experimenta debido a las amenazas que muchas veces recibe. Por otra parte, cuando ocurre en forma sistemática y desde edades tempranas, el abuso se naturaliza, como una suerte de “aceptación” pasiva de lo que no puede cambiar ya que le es impuesto.
–La culpa resulta ser un instrumento de dominación y sometimiento. A través de ella el niño/a cree que ha provocado la situación de abuso y a la vez da lugar a que inconscientemente siempre se busque el “castigo”, que se manifiesta a través de enfermedades a repetición, accidentes, adicciones, cortes en el cuerpo y un diverso conjunto de síntomas.
–La superación de los efectos del abuso sexual está ligada en primer lugar a la ruptura con la dominación que ejerce el abusador. Quien fue objeto, mediante un largo proceso de reparación, puede ir apropiándose de su cuerpo, de sus ideas, valores, proyectos, sueños y pensamientos. Es como quitarse de encima algo que no es propio. Y ese algo son todas aquellas significaciones impuestas: la erotización temprana, una sexualidad de carácter perverso y, en definitiva, una posición ante la vida que seguramente se revertirá en la medida en que pueda elegir. Desde una pareja hasta el color del cabello o una profesión o trabajo. Del abuso siempre se sale, lo importante es tomar la decisión y entender que esa salida no es individual. Que la ayuda hay que pedirla y que la única responsabilidad ante algo que constituye un grave delito, es la del abusador.
–Cuando hablamos de reparación psíquica no sólo entendemos este concepto del lado de un proceso terapéutico. La salida del abuso muchas veces también lleva al descubrimiento de las potencialidades de quien alguna vez quedó reducido/a a la condición de objeto. Ser sujeto del propio destino equivale a un “hacer” con el dolor. Transformar, crear, ayudar, transmitir. Tenemos numerosos ejemplos de personas que han sido abusadas y violentadas y luego de un extenso recorrido pueden pararse de cara a la sociedad y decir: se sale, se puede. Esto tiene un enorme valor. No sólo para ellas mismas sino para quienes aún no se animaron a hablar y mucho menos a descubrir que pueden ser parte de un movimiento que vaya contra la opresión.
En este marco, el “hacer” es preventivo y multiplicador. El caso de Rocío Girat es una demostración de empoderamiento que nos demuestra la caída del poder del abusador y la posibilidad de una joven mujer de trascender el abuso sexual, llegando a través de sus acciones, mediante la identificación positiva, a muchas otras mujeres que hoy saben que el poder de los canallas no dura para siempre.
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